Rafael Nadal mostró este lunes su cara más sólida para batir sin casi fisuras al holandés Botic van de Zandschulp y meterse por octava vez en su carrera en los octavos de final de Wimbledon (6-4, 6-2 y 7-6(8)).
Solo en los últimos juegos del tercer y definitivo set dejó Nadal alguna duda, tras despachar una actuación más que convincente para eliminar a un rival que hasta el pasado septiembre si siquiera campeaba entre los cien primeros de la ATP.
A sus 36 años, el balear exhibió algunos momentos de gran tenis, de los mejores de su trayectoria este año en Londres, pero incluso cuando no rayó a ese nivel supo mantener el duelo bajo control.
Con esa premisa, la de atacar cuando huele la sangre, logró el manacorí hacerse con la primera manga. Todos sus rivales le han visto hacerlo en incontables ocasiones a lo largo de su carrera, pero ni por esas. Un primer set que cocinó a fuego lento y en el que sus mayores esfuerzos se fueron en conservar su saque hasta que, con 5-4 en el marcador, percibió la debilidad del rival al servicio y le atacó hasta quebrarle. 6-4, y el Everest que emergía frente a Van de Zandschulp.
No concedió Nadal la primera bola de rotura hasta el primer juego del segundo set. De poco le sirvió eso al 21 cabeza de serie, quien tuvo que presenciar impotente cómo el manacorense abría el tarro de las esencias.
La segunda manga dejó algunos de los mejores golpes del español en esta edición, con el mérito añadido de los tres años que llevaba sin competir sobre hierba. Un pasante de revés logrado con un giro de muñeca imposible levantó al público de la Central y fue celebrado por Rafa con rabia. Con esa nueva rotura, el segundo set ya estaba en el bolsillo.
Similar desenlace le esperaba a la tercera manga, con un Nadal mandón y capaz de ponerse 5-2 arriba y al resto para zanjar el trámite. Sucedió lo inesperado. El gigante holandés, sin ya nada que perder, demostró que su cuento de hadas no obedece a la fortuna.
Van de Zandschulp era casi un desconocido cuando alcanzó los cuartos del Abierto de Estados Unidos desde el puesto 117 del circuito. Lo que podía haber sido un espejismo se ha confirmado este año, hasta llevarle al top 25 del mundo.
"Botic es un muy buen rival, que ha mejorado muchísimo en el último año", reconoció Nadal en sus declaraciones a pie de pista nada más acabarse el choque.
El holandés logró llevar el partido hasta el juego de desempate, donde el manacorí necesitó hasta cuatro puntos de partido para acabar de abrochar una victoria que, por otro lado, nunca pareció en duda.
Nadal consideró en sus declaraciones pospartido que mantuvo la línea positiva de sus últimos partidos, después de un inicio de campeonato dubitativo: "Personalmente, con todas las cosas que han pasado en los últimos dos meses, estar en cuartos después de tres años (sin competir en hierba) es increíble".
En la antepenúltima ronda se verá las caras con un adversario de mal recuerdo, el estadounidense Taylor Fritz, quien logró derrotarle este mismo año en la final de Indian Wells. En su anterior cara a cara Nadal se había impuesto cómodamente en Acapulco.
"Cada partido es diferente y este será muy duro, pero son los cuartos de final de Wimbledon, ¿qué podría esperar si no?", dijo.
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