El pacto cerrado en la reunión de ayer entre los portavoces y el presidente del Congreso, José Bono, pone fin a las llamadas “vacaciones parlamentarias” de los meses de enero y julio sin necesidad de modificar la Constitución ni el Reglamento de la Cámara, porque supone un mero “acuerdo político” de voluntades.
Habrá por tanto sesiones extraordinarias en enero –una– y en julio –dos–, quedando agosto como mes de asueto para los diputados.