Hace un par de años se estrenaba de forma discreta una comedia titulada Palm Springs en la que los protagonistas eran los invitados a una boda celebrada en un recinto hotelero en mitad del desierto en el que la pareja protagonista queda atrapada obligada a repetir el mismo día una y otra vez, a semejanza de Bill Murray en Atrapado en el tiempo, pero con hasta dinosaurios de por medio.
Aquella curiosa y aceptable película contaba con guion de Andy Siara y estaba protagonizada por Cristin Milioti. Los dos coinciden de nuevo en la serie El resort, en la que también hay un complejo hotelero de fondo y sus protagonistas se enfrentan a saltos en el tiempo y misterios existencialistas.
Tan entretenida como enmarañada, la serie de ocho capítulos deja algunos cabos sueltos -y no precisamente con la intención de propiciar una segunda temporada, sino porque la historia hay ocasiones en que se les va de las manos a sus guionistas- y no atina del todo en el género en el que quiere identificarse: ¿comedia fantástica?, ¿ciencia ficción?, ¿costumbrismo mágico?, pero sí acierta en algo esencial, en un discurso de fondo que plantea dudas acerca del pasado, el paso del tiempo, las oportunidades perdidas, la verdadera naturaleza del afecto, las vidas compartidas, los amores que nunca se olvidan, sin olvidar cierta crítica social que la sitúa próxima a un primo lejano, la extraordinaria The white lotus, aunque sin tanta mala leche, más bien como marco referencial del complejo hotelero como salvavidas o microcosmos de cierto privilegiado mundo contemporáneo.
La pareja principal es un joven matrimonio norteamericano que llega a uno de esos inmensos resorts de la Riviera Maya, plagados de actividades y rodeados de playas y parajes exóticos que, en el caso de Emma -la siempre muy convincente Cristin Milioti-, son insuficientes para llenar el vacío progresivo de su vida en pareja, lo que la lleva a interesarse por la muerte de una serie de turistas a los que se perdió la pista 15 años atrás a causa de un huracán, pero que parece envuelta en otro misterio bajo la influencia de una poderosa familia mejicana.
La serie, que avanza a trompicones, va de menos a más, y entra de lleno en materia en sus dos últimos y más interesantes capítulos, no solo por el esperado desenlace, sino porque es donde planean todas sus dudas acerca de la vida y el poder y la influencia que otorgamos, para bien o para mal, a nuestro propio pasado.