El siluro, un pez exótico e invasor que puede llegar a medir hasta dos metros y a pesar hasta 200 kilos, ya ha aparecido en varios puntos del Bajo Guadalquivir, después de ser detectado en 2021 en Alcalá del Río (Sevilla), a unos 80 kilómetros de la desembocadura del río.
Su capacidad predadora y lo indiscriminado de sus presas -desde cangrejos a patos- convierten al siluro en una gran amenaza para los ecosistemas donde aparece y puede afectar incluso al parque de Doñana y su entorno y a la recuperación de especies en peligro como la cerceta pardilla.
Según explica a EFE Carlos Fernández Delgado, catedrático de Zoología de la Universidad de Córdoba (UCO), su presencia deriva de introducciones premeditadas “con el egoísmo de poder pescarlos en el embalse cerca de su ciudad, una mentalidad miope que provoca auténticas barbaridades”,.
La aparición en el Guadalquivir de este gigante de las aguas dulces ha sido constatado por un estudio que impulsa el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), y coordina la Universidad de Córdoba.
El siluro es la especie de pez de agua dulce más grande de Europa, la tercera más grande del planeta y se caracteriza por ser un depredador de gran impacto, cuya distribución nativa se extiende por Alemania, Polonia, Suecia, países bálticos, Rusia, Turquía e Irán hasta Kazajstán y Uzbekistán.
ADN ambiental
El trabajo realiza sondeos acústicos en el agua y toma muestras para detectar el ADN del siluro. Los resultados son positivos en varios puntos, desde Lebrija (Sevilla) a Palma del Río (Córdoba), sin llegar al estuario porque la salinidad impide la presencia de este pez.
“Está en una fase de expansión bastante acusada y sospechamos que no tanto por el proceso de colonización de la especie, sino sobre todo porque hay un grupo de pescadores que se dedican a ayudar a la especie a colonizar nuevos tramos”. señala Fernández Delgado.
Esto lo deducen porque está saltando varias barreras con facilidad. Su primera detección aguas abajo de la presa de Alcalá del Río continuó con la verificada aguas arriba de los embalses de Cantillana y Peñaflor.
“El animal no tiene una capacidad de expansión tan grande” por sus propios medios, dice el catedrático, que añade que algunas fotografías de pescadores con ejemplares capturados confirman el avistamiento.
El proyecto científico creará un protocolo de actuación para poder controlar al siluro, ya que "cuando una población está en una primera fase de colonización es el único momento para atacarla, una vez asentada es casi imposible erradicarla”, considera Fernández.
Doñana
Su presencia en el parque de Doñana solo puede ser temporal, en momentos de gran presencia de agua, “pero es capaz de hacer mucho daño”, según Fernández Delgado, quien advierte de que planes de recuperación en ese entorno, como el de la amenazada cerceta pardilla, pueden tener como hándicap la presencia de siluros, capaces de comerse a esta y a otras muchas aves.
Ese investigador solicita a la Junta que aplique un plan de erradicación, antes de que el problema crezca.
Por su parte, un grupo de trabajo sobre Doñana de Ecologistas en Acción aprobó, con el apoyo científico de la Estación Biológica, solicitar a la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente andaluza su erradicación, al tratarse de una especie exótica e invasora. Esto convierte en delito su introducción en el medio natural, posesión, transporte, tráfico y comercio.
Iznájar
El pantano de Iznájar, el más grande de Andalucía, contiene una población de siluros confinada en su vaso al menos desde 2011. En este caso se da por hecho que se introdujo para ofrecer la pesca de este gigante, muy atractiva justamente por su tamaño, a aficionados de toda la región.
El catedrático de Zoología indica que el siluro come a diario el 2 % de su peso, casi sin discriminar, por lo que teme que pueda afectar a las poblaciones de cangrejo rojo de la marisma, que surten a una industria envasadora y a las aves de Doñana si entra en el espacio protegido. En el estuario, por su salinidad, es menos probable que se asiente.
El siluro se une a los peces exóticos introducidos en el mayor río andaluz, como alburnos, gambusias, percasoles, peces gato, lucios, black bass y otros, que han llevado al borde de la extinción a los peces autóctonos como colmilleja, boga, barbo gitano y salinete.
El catedrático de la Univesidad de Córdoba señala que los pescadores del pantano de Iznájar ya alertan de la práctica desaparición del black bass, algo que él achaca a la voracidad del siluro.
Las universidades de Sevilla y de Oviedo y el Instituto de Formación e Investigación Agraria y Pesquera de Andalucía (IFAPA) también participan en el proyecto que estudia el impacto del siluro, dotado con 190.000 euros, y que finaliza en diciembre.