La raza humana es inigualable (por suerte o por desgracia). Si nos proponemos batir un récord, por estúpido que sea, lo conseguimos casi sin esfuerzo.
Este verano que ya casi acaba se ha podido demostrar ese razonamiento en varias ocasiones. Como ejemplo, la noticia de que la temporada estival de 2024 ha sido la más cálida desde que existen esos registros. Un eterno “hoy más que ayer pero menos que mañana”. Porque pasa todos los años Y los grados no aumentan por casualidad, sino por la acción directa de ese ser racional llamado humano.
Pero no acaban aquí los éxitos de nuestra especie, ya que este verano se va con varias noticias curiosas (siendo benevolente al calificarlas). Como la del descubrimiento de una web de citas con el macabro objetivo de quitarse la vida. Como diría aquel filósofo, en dos palabras: “Im-prezionante”.
También hemos vivido la transformación de la opinión sobre el sector turístico, que ha pasado, por la sabia opinión de algunos expertos, de ser la panacea de todos los males a una horrible plaga que supondrá la extinción inmediata del planeta. Ajolá me lo expliquen algún día.
Pero todo esto es peccata minuta si se compara con uno de los mayores descubrimientos de la historia. Por fin se va a terminar ese mal tan dañino como es la soltería. Todo resultará tan fácil como acudir al supermercado de turno y poner una piña al revés en el carro para convertir el recinto en una pista de coches de choque. Cuantos más topetazos recibas, más novias tendrás. No me digan que no es genial.
Pero esto no es todo, amigos, ya que el noticiario de Barbate llega muy cargado.
Bueno, la suciedad del pueblo, por desgracia, no es una novedad. Lo que sí me parece sorprendente es que a nadie se le revuelvan las tripas al ver a los ciudadanos recogiendo basura, imagino que por vergüenza ajena.
Otra. El río Nilo se encuentra a más de 5.200 kilómetros de distancia. Pero ese camino es corto para unos malditos mosquitos que amenazan al pueblo con un virus letal. Es lo que tiene Barbate, un no sé qué que encanta hasta a los mosquitos.
Y ya para terminar, un consejo; a quién se le ocurra estirar la pata en nuestro paraíso, que sepa que antes de ver a San Pedro debe pasar por Cádiz, porque el obispo (ese ser al que yo le llamo vampiro, porque se alimenta de la fe de la gente), espera impaciente para hacer caja. Es el tributo que se debe pagar por morir en tu tierra. Que en Cádiz se ocupen de sus muertos, que ya nosotros velaremos a los nuestros.
Para que luego digan que los veranos son aburridos y solo existen playas y sol.
En fin, esperemos que el otoño sea más normal para no tener que aferrarse al dicho del genial Groucho Marx:
“Que se pare el mundo que yo me bajo”.
