“Quería contar una historia personal sobre un momento muy específico de mi vida, cuando estaba involucrado en la música punk-rock y vivía en San Francisco, allá por 1977-78. Ahí se encuentran los orígenes de esta historia”, afirma Burns (Washington, 1955).
El autor plantea un sutil juego de contrastes en las viñetas de Tóxico, donde los planos real y onírico se solapan a cada instante para recomponer el puzzle vital de Doug, un joven que trata de desengancharse de las drogas mientras supera una ruptura sentimental.
“Creo que mi enfoque psicológico ha cambiado mucho con el paso de los años”.