La Hermandad de la Yedra cumplió ayer el sueño de ver coronada a la Virgen de la Esperanza, un hito que coincide además con el 75 aniversario fundacional de la cofradía de la Plazuela. El sábado 14 de septiembre de 2013 queda ya grabado en la memoria colectiva no sólo ya de los miembros de la corporación verdiblanca, sino del común de los cofrades jerezanos y de buena parte de la ciudad. A las diez y media de la mañana se inició en la Santa Iglesia Catedral el solemne pontifical que, oficiado por el obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, debía convertirse en marco a la ceremonia de la coronación propiamente dicha.
El primer templo diocesano presentó sus mejores galas, estrenando para la ocasión un entarimado de madera que permitió ofrecer al presbiterio el espacio necesario para que la Virgen de la Esperanza pudiera presidir la eucaristía desde su paso de palio. Un par de pantallas posibilitaron que las más de mil quinientas personas que abarrotaron el templo siguieran la eucaristía.
El Pontifical estuvo revestido de la mayor solemnidad y se vivió con gran recogimiento, en un gozo contenido que no alcanzaría el júbilo hasta que monseñor Mazuelos colocó sobre las sienes de la Reina de la Plazuela la presea realizada en el taller sevillano de los hermanos Delgado. A esa solemnidad contribuyó en alto grado la extraordinaria participación de la Capilla Musical Catedralicia -orquesta y coro- que dirige Ángel Hortas, y en la que ayer se integraron además la soprano Maribel Ortega; la mezzosoprano Juana Castillo; el tenor Francisco Javier Castellano; y el barítono Joaquín Segovia.
Se interpretaron escogidas piezas del repertorio clásico de autores tales como Händel, Mozart o Bach, entre otros. Con todo, el momento quizá más sobresaliente se vivió cuando el tenor jerezano Ismael Jordi -que es hermano de la cofrafía- entonó el Ave María de Schubert, ya una vez coronada la Santísima Virgen.
Como es sabido, eran padrinos de esta coronación los Príncipes de Asturias, si bien delegaron sus funciones en la alcaldesa, María José García-Pelayo; y el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete; como representantes de la ciudad y el Estado.
El pontifical fue concelebrado por el obispo de Gerona, Francesc Pardo; así como un nutrido grupo de sacerdotes, unos miembros del Cabildo Catedral y otros especialmente vinculados a la Hermandad de la Yedra, como su director espiritual, el jesuita Marcelino Sánchez Vázquez; o el capuchino fray Ricardo de Córdoba.
La Virgen de la Esperanza lució para la ocasión encaje de Bruselas del siglo XVIII, un regalo que hicieron los miembros de la junta de gobierno de la hermandad cuando se proclamó el decreto de la coronación. Además, portó en sus manos los rosarios ofrecidos recientemente por las hermandades de La Coronación y La Redención. De este modo, la imagen ha portado en estos últimos días todas aquellas piezas que han sido regaladas por las distintas cofradías de la ciudad. El paso se presentó exornado con flores de tonos pastel muy pálidos, fundamentalmente rosas, calas y flor de cera.
En la despedida del pontifical, el obispo diocesano felicitó de modo cariñoso a la Hermandad de la Yedra, incidiendo en la importancia de la advocación de la Esperanza, un rasgo de la condición humana sin el que no se puede vivir “ni dos minutos”.
Por su parte, el hermano mayor de la Yedra, Ildefonso Roldán, agradeció a todas las personas e instituciones que han hecho posible que los actos programados con motivo de la coronación canónica se hayan llevado a cabo con absoluta brillantez. Además, aludió a la notable herencia que va a legar a la ciudad esta efeméride, cual es el proyecto de cocina autogestionada que la cofradía va a poner en marcha en Estancia Barrera con el objetivo fundamental de auxiliar a los desfavorecidos del barrio, además de procurar su inserción en la sociedad.
El solemne pontifical constituyó sin duda alguna el eje vertebrador de la jornada que ayer se vivió junto a la Esperanza de la Yedra. Pero ahí no quedaría todo. La Reina de la Plazuela debía regresar a su barrio, que la aguardaba impaciente desde que el 1 de septiembre pusiera rumbo a la iglesia de San Lucas. Cofrades y vecinos se habían afanado en exornar casas y balcones con colgaduras y reposteros; completándose el cuadro con una alfombra de sal coloreada extendida a lo largo y ancho de la calle Sol.
La procesión partió de la Catedral a las seis de la tarde. Tomás Sampalo y Miguel Ángel Jaén comandaron la cuadrilla de costaleros, contando el paso con el acompañamiento de la Banda de Música de la Oliva, de Salteras, y de la Banda de Música de Los Rosales, que fue quien tomó el relevo en el tramo final. Especialmente brillante fue el paso de la Esperanza por la plaza del Arenal, donde la esperaba la Capilla Musical Catedralicia. Caía la noche en Jerez y La Yedra escribía su historia...