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Condenan a un guardia civil por poner multas falsas a un vecino con el que estaba enemistado

El agente tuvo discrepancias con el sancionado porque tenía un rottweiler y lo llevaba sin correa ni bozal

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El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de cuatro años y siete meses de cárcel que la Audiencia Provincial de Cádiz impuso en noviembre de 2012 a un guardia civil que puso cuatro multas falsas a un vecino de la urbanización Torrelobatón de Jerez de la Frontera con el que estaba enemistado.

   La Sala Segunda de lo Penal, que rechaza el recurso de casación presentado por el condenado contra la sentencia de la Audiencia, considera a Marcos A.G. como autor de un delito de falsedad en grado de continuidad delictiva y confirma la pena de tres años de prisión que se impuso a su compañero Juan Miguel C.O. por imponer al vecino otra sanción.

   El tribunal de instancia consideró probado que el agente, destinado en el puesto de Alcalá de los Gazules (Cádiz), tenía "frecuentes problemas" con su vecino, que era "dueño de un perro de gran tamaño y raza rottweiler" que solía llevar sin correa ni bozal, y que también se enfrentaron por discrepancias en relación con sus jardines y la gestión del agua.

   Tras comparecer los dos vecinos en un juicio por amenazas e intento de agresión y "cansado de ese estado de cosas", según recoge la sentencia, el agente de la Benemérita "decidió usar las posibilidades de su cargo y señalarle a su vecino  lo que le podía ocurrir", para lo cual llegó a falsificar la firma de otro compañero.

   Entre octubre y noviembre de 2007 los dos agentes impusieron al hombre cuatro multas de tráfico por infracciones en carreteras por las que ni siquiera había transitado. En dos de ellas justificó que su vehículo no había superado la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), en otra que viajaba sin cinturón de seguridad y en la última que había estacionado en un paso de peatones.

   Tras estos hechos, el vecino multado llegó a poner en venta la vivienda que ocupaba en mayo de 2009 y abandonó la urbanización en la que vivía en octubre de 2010.

   El Supremo rechaza las alegaciones realizadas por el recurrente y considera "meridianamente claro" que el guardia civil "falsificaba denuncias que se referían a su vecino, con el que estaba enemistado, haciendo constar en ellas hechos inciertos".

   También considera probado que él mismo u otros compañeros suscribieron estas denuncias valiéndose de "argucias impropias del servicio" que fueron "puestas de manifiesto en las declaraciones de los demás agentes".

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