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Miércoles 20/11/2024
 

Campo de Gibraltar

"Solo quiero saber cómo está mi hija. No quiero robarle su vida"

La desgarradora historia de una madre que perdió la custodia de una niña hace casi 10 años. Fue dada en adopción tras ser internada en un centro de San Roque

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  • Erika con la pequeña -

Erika Álvarez Montero tenía 20 años cuando tuvo a su hija, Itziar, en Marbella en febrero de 2003.

"Desde un principio el padre de la niña decidió no hacerse cargo de ella. Cuando tenía tres meses se fue de casa y empezó a vivir una vida loca", relata a VIVA Erika. Ella no trabajaba y se le hacía casi imposible mantener a la pequeña por lo que desde Estepona fue a Asuntos Sociales a Málaga a solicitar algún tipo de ayuda. De esta forma comenzaron sus problemas. "Debieron llamar al padre y él les dijo que entregaba a la Junta de Andalucía su parte de la custodia y la patria potestad para que fuera adoptada", cuenta apesadumbrada.

Aunque por un tiempo el padre de la menor daba a la madre una pensión de manutención de 120 euros, Erika seguía sin encontrar un empleo. "Al mismo tiempo, él intentaba acelerar el proceso para que me retiraran a la niña diciendo que yo no estaba capacitada, que no tenía trabajo, que la tenía desatendida…".

En ese momento le hicieron a Erika unas pruebas de consumición de sustancias estupefacientes y "todos los controles salieron bien". Se iniciaron entonces una serie de visitas semanales con una asistente social. "Hasta que encontré trabajo y avisé de que no podía ir". El miedo a que "me quitaran a mi hija" ´la llevó a "dar muchas vueltas y acabé en Algeciras". 

Ingreso voluntario en un centro en San Roque

"Mi hija iba a cumplir ya 3 años. Tenía que vacunarla, no podía meterla en un colegio por miedo a que hubiera una orden de busca...", cuenta con la desesperación del recuerdo de lo vivido. "Contacté con una asociación de Algeciras que ayudaba a mujeres con problemas de malos tratos, sin trabajo, sin recursos, etc. Acudí a ellos porque no me fiaba de ir a Asuntos Sociales. Después de un mes me dijeron que lo mejor que podía hacer era internar a mi hija en un centro, porque allí iba a tener cubiertas todas sus necesidades. Ellas me llevaron y la internamos en el Centro Abril (marzo de 2006) en la Estación de San Roque, en Taraguilla".

Desde ese momento, para poder ver a su hija tenía que ir semanalmente a Cádiz. "Me habían dado seis meses para tener una vida estable, un trabajo, una casa en la que poder atender a mi pequeña...". Pero las cosas no le salían a Erika como esperaba y "ante la desesperación porque las cosas me iban en picado, empecé a tener problemas con las drogas. Pero nunca dejé de ir a ver a mi niña".

Adopción y lejanía

En enero de 2007 "tuve la última visita. Me dijeron que la niña llevaba seis meses viendo a otra familia que la iba a adoptar". Y así se acabó todo. "Ya nunca más he vuelto a ver a mi pequeña, nunca he sabido dónde está, ni cómo".

En 2010 firmó una carta dirigida a un juzgado en la que se negaba al acogimiento de su hija y aseguraba que había seguido "un programa de deshabituación (no consumía estupefacientes desde 2008)", que había rehecho su vida y que era una persona "totalmente recuperada para la vida en familia, como lo demuestra el hecho de su próximo matrimonio".

Pero asegura que nunca obtuvo respuesta.

En febrero hará diez años que Erika no sabe nada de su hija, que pronto cumplirá 14 años. "Lo llevo fatal. Aprendí a vivir con ello lo mejor que puedo, pero es muy difícil de llevar". "Parecía una loca, miraba continuamente a las niñas en las puertas de los colegios, pensando que podría verla en algún momento...".

A día de hoy, Erika vive en el País Vasco, tiene trabajo, está casada y tiene un hijo pequeño. Pero no olvida a Itziar. "Como madre, egoístamente, quiero tenerla conmigo porque es mi hija. Pero también tengo que pensar en ella y no le voy a destrozar su vida, su mundo. No quiero hacerle daño a ella de ninguna manera. Me gustaría saber cómo está, si necesita algo. Simplemente, saber".

Está dispuesta a mantenerse al margen y agradece a la familia que se ha hecho cargo de la niña todo lo que ha hecho.

Aún recuerda las palabras que le dijo la niña en aquella última visita: "Me secó las lágrimas y me dijo no tengas penita, mamá, porque aunque tenga otra familia sé que eres mi madre y cuando sea grande, te buscaré".

Asuntos Sociales

Puestos en contacto con la Junta de Andalucía, indican a VIVA  que la retirada de la custodia únicamente se lleva a cabo cuando no existen otras opciones y resaltan que inicialmente siempre es temporal. Es decir, lo primero que se hace es trabajar con la familia biológica el retorno del menor a su núcleo familiar de origen. "Este trabajo se lleva a cabo desde los Equipos de Tratamiento Familiar que existen en cada municipio, de forma coordinada con este Servicio".

Si ese retorno finalmente no resulta posible, "se busca una alternativa familiar estable para el menor, en primer lugar en su familia extensa y si esto tampoco es posible en una familia ajena. Por tanto solo en aquellos casos en que no es posible el retorno con los padres o el acogimiento en familia extensa se opta por la adopción como medida de integración familiar estable".

La Delegación Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales aclara que "la adopción es una medida judicial que rompe totalmente los vínculos entre el menor y su familia de origen, integrándose totalmente y a todos los efectos en el núcleo familiar adoptivo".

Bien es cierto que existe una modificación de la Ley de Protección a la Infancia del año 2015 que "sí contempla una nueva modalidad de adopción, denominada adopción abierta, en la cual en determinados casos, es posible mantener la relación entre el menor y su familia de origen".

El problema en este caso es que "las adopciones anteriores a esta ley no contemplan esta posibilidad, por tanto no es posible dar información de la menor a su madre biológica", indican a VIVA las fuentes consultadas.

"Lo único que podría hacer la madre biológica en este caso es dirigir un escrito o carta al Servicio de Protección de Menores manifestando lo que quiera decir  a su hija, para que conste en el expediente, y si en el futuro su hija accede al expediente pueda conocerlo. La ley sí reconoce a los adoptados, a partir de su mayoría de edad o un poco antes acompañado de sus padres, a conocer sus orígenes e incluso a contactar con su familia biológica. Para esto disponen de un Servicio Post adopción que la Junta concierta con una entidad colaboradora".

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