El activista malagueño Paco Vega pone fin, después de 22 días, a la huelga de hambre que inició el pasado 2 de noviembre para reivindicar la renta básica social en Andalucía. Con 64 años, abandona el ayuno que se impuso en la lucha porque se cumpla este derecho recogido en el Estatuto de Autonomía de Andalucía, por prescripción médica -ayer mismo sufrió un desvanecimiento en casa que lo llevó a llamar a la ambulancia-. Pero también convencido de que su batalla ha calado en el Parlamento andaluz, gracias a Podemos. La formación morada presentará enmiendas para que la Junta incluya una partida de 300 millones de euros en el presupuesto de 2017 para dar cabida a la renta básica social. La diputada Carmen Lizárraga, que visitaba semanas atrás a Vega en la capital malagueña, presentó de su mano la iniciativa en la que se ponía sobre la mesa que podría ascender a unos 6.000 euros anuales, siguiendo el parámetro del 60 por ciento de ingreso medio, "para dar solución a la situación de la emergencia social de Andalucía".
Ésta es la carta que el propio Paco Vega ha publicado en las redes sociales anunciando el fin de su huelga de hambre:
Tras veintidós días en huelga de hambre, reivindicando el cumplimiento del derecho a la renta básica recogido en nuestro Estatuto de Autonomía para Andalucía, he decidido terminar la misma.
Lo hago por dos razones.
La primera, es que el testigo de la demanda que me llevó a comenzarla, está en muy buenas manos. La compañera Carmen Lizarraga, presidenta del grupo parlamentario de Podemos en el Parlamento de Andalucía, defendió, desde primera hora, que la Junta de Andalucía asuma ya la aplicación de este derecho. Por tanto, la defensa de la misma, política y parlamentariamente, está bien encauzada.
La segunda, es que me veo en la obligación de dejarla e iniciar la realimentación gradual. El médico que me viene revisando desde que cumplí los quince días en huelga de hambre, tras el episodio de ayer, que llevó a urgencias, me asegura que corro serio peligro de sufrir graves consecuencias en mi organismo, irreversibles alguna de ellas. Tengo 64 años y la vitalidad y fortaleza física no es la misma que cuando se tienes veinte años, obviamente.
Terminar la huelga de hambre, no significa, ni muchos menos, dejar de seguir luchando por la consecución de este derecho, así como por la justicia social y para lograr una vida digna para toda la ciudadanía, en una sociedad libre, democrática e igualitaria.
Termino con la conciencia tranquila de haber puesto mi granito de arena, para hacer que el derecho a la renta básica, sea una realidad, tras llevar diez años recogido en nuestro Estatuto de Autonomía, sin que se haya aplicado su cumplimiento. Así mismo, tengo la satisfacción de haber conocido a muchas personas, que me han mostrado, en algunos casos diariamente, su solidaridad y, sobre todo, su cariño.
Igualmente, me quedo con la alegría de haber difundido entre bastantes personas, la misma existencia del concepto de la renta básica, desconocido para ellas y, en concreto, que el derecho a la misma, está recogido en nuestro Estatuto de Autonomía. Miles de veces he compartido y he visto como otras muchas personas lo hacían, el contenido del artículo 23, que dice textualmente, “Todos tienen derecho a una renta básica que garantice unas condiciones de vida digna”
También me llevo la alegría de haber contribuido a remover viejas conciencias adormecidas y crear nuevas. Y reactivar el debate social, sobre la necesidad de aplicar la renta básica en Andalucía, así como de impulsar la renta básica universal, personal, suficiente e incondicional, a nivel del estado.
Espero que la Junta de Andalucía, asuma, de una vez por todas, que la renta básica no es caridad, es un derecho. Y que ya está bien de que muchas personas tengan que hacer cola en los comedores sociales, para algo tan esencial, como poder comer. Personas sin ningún recurso al haber agotado el desempleo y posteriores subsidios, obligadas a mal vivir de la caridad. Personas malviviendo gracias a la pensión del abuelo y/o abuela.
Muy especialmente, mujeres víctimas de violencia de género, que tienen que seguir soportando al maltratador, al no disponer de una renta básica, que le permita lograr la independencia personal.
Esperemos que el texto, aprobado hace diez años, por PSOE, PP e IU, vea pronto la luz. No hay excusas, los escaños de estos tres partidos, junto a los de Podemos, suman 100, la práctica totalidad del Parlamento, que cuenta con 109 escaños.
Gracias a todas y a todos.
Málaga, 23 de noviembre de 2016
Paco Vega