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'Libro del Vacío', Rafael Duarte en estado puro, poesía pura en Duarte

Cierra su trilogía con un libro que se suma a 'Viejos mitos del asombro' y 'Autorretrato colectivo', premios 'Adonais' y 'Florentino Pérez Embid'.

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No es Rafael Duarte poeta que busque reconocimientos sino poeta que hace poesía. Su presentador y amigo, José Chamorro López, alertó en su presentación sobre la poesía falsa de los mediocres, sobre lo que pretende ser y no lo es, lo que se presenta como nuevo y no es más que una mala copia del original. Alertó sobre los falsos profetas del verso y dejó en sus palabras la verdadera dimensión de un hombre que ha pasado a ser un hombre libre hace poco tiempo, de ataduras y horarios laborales, que Duarte es esclavo de su propia filosofía de vida, de su pluma.

La presentación del último libro de Rafael Duarte, Libro del vacío, era también la presentación de una trilogía literaria, pero sobre todo, una trilogía vital, decía el presidente de la Real Academia de San Romualdo, José Enrique de Benito Dorronzoro. Porque era un acto académico, poético, de homenaje a uno de los grandes, que sin buscar reconocimiento lo ha obtenido, dos veces premio Adonais, marchamo de pata negra, de conocimiento, de habilidad y de dominio. De la lengua, del verso, del poema, de la vida…

Quizá por eso es de los pocos que aún publican poesía. Quizá por eso Lápices de luna, la editorial que pelea todavía en estas guerras, haya confiado en Duarte. Lo dice el convencimiento de Juan Luis Tapias, quien está al frente de esa empresa, quien defiende la independencia y a los poetas independientes, pero poetas.

Duarte escribió primero Viejos mitos del asombro y luego Autorretrato colectivo, premios Adonais y Florentino Pérez Embid ambos. Duarte no es el poeta normal y corriente con ese currículo. “No busquéis en Rafael una poesía vulgar, de todos, sino que quien quiera gozar de lo que este libro de poemas encierra, tendrá que leerlo en varias ocasiones, porque es texto para una élite y parte de la base que no hay que hacer concesiones, porque se sepa que esta élite está en clara minoría, nada prescribe, ni el silencio, ni el marlpero el aire disuelve sus arenas y sus sombras reducen a tus sombras”, dijo Chamorro.

“Con Rafael nace una nueva belleza poética. Si no estuviéramos geográficamente tan ubicados en el Sur, si nuestra situación al menos fuera más cercana al centro de nuestra piel de toro, Duarte estaría en la Champions de la poesía. Pero él no busca clasificación, sino creatividad y originalidad. Sabe que su verso, rimado o libre, por más que quieran quitarle su íntima estructura, nunca perderá ni el resplandor, ni la aroma que dejan la luz y la corola de sus metáforas, por mucho que se le intente desechar”.

Pero fue él quien mejor se dibujo. "Éste que veis aquí, de rostro mate, cabello nubado, frente oscura y corrugada, de ojos ledos, de nariz a ritmo con su vejez, barbas más claras que bigote, que fueron luengas e hirsutas, boca pequeña, dientes parejos gracias a la ortodoncia, la endodoncia y la paciencia del profesional que los restituyera, el cuerpo entre dos extremos; ni grande ni pequeño, la color viva, antes morena que clara; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies; éste digo, es el rostro del autor de Los viejos mitos del Asombro y Autorretrato Colectivo, Premios de Poesía en Ediciones Ríalp, con todo lo que ello obliga...."

Ese que se autoretrataba y que "dice llamarse Rafael Duarte Sánchez, fue aedo y cautivo donde aprendió a tener paciencia de las adversidades y en las personas, animales y cosas que fue padeciendo y conociendo. Su pasión es la filología y su incesante estudio y, desde hace luengos días, fue puesto en libertad de las casas consistoriales en cuya unidad de Educación pasara a mejor vida. Es académico de San Romualdo y un cuasi de por lo del galardón alcalareño de la de Argamasilla".

Dijo de su obra que Libro del Vacío "es ese fluir de la arena entre los dedos cuando cierras la mano, o cuando, enfermo, ves la constelación de polvo huyendo sobre un punto de sol. La corriente pensada de sí mismo en su fugitividad hacia la disolución final del ser. y es un libro optimista".

Y desde ahí anunció su deseo de "compartir todo esto con mis intensos amores Ninfa Valencia, mi esposa y mis hijos Ninfa, Nuria y Rafa, insobornablemente míos y sal de mi vida, y Darío e Ivan, futuro genético que no político, esa cosa mutable y tan confusa ... y con mis apreciados amigos y jefes militares y académicos, Juan Manuel García Cubilla na de la Cruz, Juan García Cubillana, José Enrique de Benito Dorronsoro, Manuel Baturone Santiago, Fernando Belizón Rodríguez, Alfonso Gómez Fernández de Córdoba y Javier Delgado Rolandi , con mi afecto leal".

En la vida civil con Pepe Chamorro López y María del Carmen Mohedas, Joaquín Calap Calatayud, Mari Pepa Guerra Palacios, y Salvador y Manuel Serrano Réula, Paco Ramos Torrejón, Luis Villanego Fernández, Manuel Zambrano Ballester, Manuel Muñoz Fossati, Francisco Orgambides Gómez, José María Deira García, Enrique Montiel, Daniel Nieto, Antonio y Paco Mota, Juan Torrejón Chaves y a Jesús Rojas Montesinos por los buenos recuerdos,con agradecimiento y amistad.
los poemas son ese tiempo vacío que dentro de nosotros estructura el viejo viento de la vida que traspasó los muros de la patria de Quevedo y el tahurismo hiperbatoneado de Góngora. Todo eso lo dijo Duarte.

Duarte leyó tres poemas de su libro. ¿Cantaría Eneas hoy?, Oda a la muerte y Tempus V/S amor. Y dejó en la sala del Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León, los versos de sus poemas y la cadencia de sus palabras, que es lo mismo, porque no se sabe si Rafael Duarte habla como escribe o escribe como habla.

Firmó libros. Eso sí. Es la concesión a la dinámica de la vida. Pero en cada dedicatoria iba el mensaje de un poeta que hasta a quienes tienen que desechar estilo para su 'escribiduría' diaria, llega el entusiasmo de querer ser lo que han visto que era quien realmente lo es. Muchos otros no pasan de intrusos.

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