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Miércoles 18/12/2024
 

Sevilla

La Campana y el Laredo

La Campana presume de sobrevivir a todos los regímenes pero amenaza con el cierre por once veladores

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  • La pancarta de La Campana -
  • La Campana presume de sobrevivir a todos los regímenes pero amenaza con el cierre por once veladores
  • Robles pagará cuatro veces más por el Laredo en competencia con el Starbucks y mantiene su plantilla

Los dueños de la confitería La Campana le están echando un nuevo pulso al Ayuntamiento con la colocación de una gran pancarta, claramente ilegal, a lo ancho de la fachada del edificio con la leyenda: “La eliminación total de la terraza de veladores por la Gerencia de Urbanismo sin causa justificada, ha sentenciado el futuro de este establecimiento fundado en 1885, que para muchos sevillanos forma parte del patrimonio cultural de su ciudad. Una injusticia que mandará al paro a los 40 trabajadores de su plantilla. Te necesitamos!!!”.

Asimismo, el gerente ha conseguido 9.158 adhesiones hasta ahora en la plataforma Change.org a su campaña de “que vuelvan los veladores a la confitería La Campana”, confundiendo de forma interesada a los firmantes, ya que los veladores no están ni  han estado en la confitería, sino en una plaza pública que es propiedad de todos los sevillanos.

En su escrito afirma que llevaba operando los once veladores desde hace más de 25 años (¿?); que el futuro de la centenaria cafetería, con cerca de 40 trabajadores, estaría seriamente comprometido; que no es difícil vaticinar que casi con toda seguridad se instalará en su lugar otra de las prolíferas franquicias que minan el casco antiguo de Sevilla, porque la confitería está siendo víctima de una decisión irracional, desproporcionada, demagógica e injusta y que en ningún momento el Ayuntamiento abrió una vía de diálogo ni les solicitó propuesta alguna.

A ello se han unido declaraciones de empleados expresando su temor a que sean víctimas de un expediente de regulación de empleo y de ediles como María del Mar Sánchez Estrella (PP), que pide ahora que se aplique a “establecimientos históricos y emblemáticos” una excepción, la que no aplicó su partido cuando gobernaba Zoido y redactó la Ordenanza reguladora.

El negocio

Es obvio que los dueños de la confitería amenazan con el despido de los trabajadores (en la pancarta se lee “mandar al paro a los 40 trabajadores de su plantilla”) con el fin de que el gobierno de Espadas ceda a su presión para, con la ayuda de PP y Cs, seguir ocupando en condiciones privilegiadas con veladores el espacio público de todos los sevillanos que es la plaza de la Campana.

Como se recordará, el gerente declaró a Radio Sevilla que esos 11 veladores le reportaban unos ingresos diarios de 1.500 euros, por lo que al año serían 547.500. A cambio, pagaba al Ayuntamiento una tasa anual de 1.900 euros. Dicho de otro modo, por cada velador abonaba 172,70 euros anuales y cada uno le generaba un ingreso de 49.772 euros. Aun descontando los gastos de personal en el supuesto de que cada velador estuviera atendido por un camarero con contrato fijo acogido al convenio del sector de la hostelería (Anexo II. Tablas Salariales. Nivel tercero. Camarero o Sumiller. Cafetería de máxima categoría: 1.111,56 euros/mes) o al de Confitería (no existe la figura de camarero y según la Tabla Salarial del Anexo I el sueldo más alto es, en el área de fabricación, de 1.008,40 euros/mes), y considerando también el coste de las consumiciones, podría estimarse que cada velador dejaría un beneficio cercano a los 30.000 euros.

Contradicciones

Omiten en su pancarta que sólo les han retirado los veladores de la parte delantera de la confitería y que junto a los del  Burger King habían colmatado la plaza y convertido en una carrera de salvar mesas, sillas y sombrillas el tránsito por la misma. El Ayuntamiento les mantendrá, con una interpretación “flexible” de la norma,  los veladores en la parte trasera, donde tenían el restaurante La Reja merced a un contrato de renta antigua.

Ya en octubre de 2016, el gerente declaró a ABC: “Si nos quitan los veladores nos veremos abocados al cierre”. El 23 de febrero de 2017, el suplemento gastronómico del mismo medio publicaba una crónica titulada “La Campana estrena obrador para seguir 132 años más”, en la que se reflejaba que el motivo del traslado del antiguo obrador había sido adaptarse a la nueva normativa sanitaria. En ese acto, al contrario de lo que podría interpretarse en el texto de Change.org, el gerente dio las gracias a las entidades bancarias que facilitaron la financiación para la compra y ejecución de las instalaciones.

Según la crónica, Borja Hernández presumió de una empresa “más antigua que la torre Eiffel y que la estatua de la Libertad;  que ha sobrevivido -añadió- a Alfonso XII, Alfonso XIII, la Segunda República, la Dictadura de Franco, a Juan Carlos I y al inicio de Felipe VI”.

Sorprende, por tanto, el doble mensaje, según el momento y el sitio, del gerente. Si la empresa ha sobrevivido al menos 107 años sin veladores en la plaza y a monarquías, repúblicas y dictaduras, ¿va a echar el cierre porque Espadas no le renueva el permiso para once veladores?

Borja Hernández no deja de contradecirse a sí mismo. En octubre de 2016 declaró a ABC que los 11 veladores sitos junto al quiosco producían el 70% de la facturación de su negocio y que cada tres veladores suponían un puesto de trabajo. Conforme a sus palabras, la supresión de los once veladores tendría que afectar, teóricamente, a 3,6 empleos, pero en su pancarta dice en tono catastrofista que 40 trabajadores (toda la plantilla) acabará en el paro.

Item más, el pasado día 17, el medio citado recogía que según los cálculos del dueño de la confitería, la facturación ha disminuido en un 30% desde que en abril Urbanismo ordenó retirar los veladores. Pero, ¿no decía en octubre que los veladores le generaban el 70% del negocio? La supuesta afección, siempre según sus propias declaraciones, habría sido un 40% menor.

En precario

El empresario no puede supeditar su negocio a los veladores cuando sabe perfectamente que están regulados por una Ordenanza según la cual tanto los de la confitería como los de cualquier local de Sevilla están en precario, porque la norma dispone que la instalación de terrazas en la vía pública es una decisión discrecional del Ayuntamiento y que su autorización se ajusta a criterios de minimización del uso privado frente al público, debiendo prevalecer en caso de conflicto la utilización pública de espacio y el interés general del ciudadano. Las licencias se conceden siempre en precario  y estarán sujetas a las modificaciones que pueda decidir el Ayuntamiento, que se reserva el derecho a dejarlas sin efecto, limitarlas o reducirlas en cualquier momento, si existiesen causas razonadas que así lo aconsejasen. Tendrán en todo caso carácter temporal, limitado a un máximo de doce meses de duración, finalizando en cualquier caso el 31 de Diciembre del año en curso y podrán ser renovables.

El dueño de la confitería afirma que su negocio es centenario y representativo del comercio tradicional y del patrimonio cultural de la ciudad y que se corre el riesgo de que su lugar lo ocupe una franquicia. Independientemente de que el alcalde ha declarado que sigue esperando que le presente una propuesta jurídica razonada que justifique “un régimen diferenciado” para la confitería en la Ordenanza de Veladores, ¿se puede invocar la antigüedad o un carácter pretendidamente cultural (¿?) para arrogarse un tratamiento especial y no someterse a las mismas reglas del libre mercado ni a la igualdad de derechos que se proclama en nuestra Constitución? ¿Por qué la confitería debe tener veladores en la plaza y no Burger King? ¿Por qué la franquicia Burger King no debe instalarse en Sevilla y la franquicia sevillana de autobuses turísticos City Sightseeing sí puede expandirse a un centenar de ciudades de todo el mundo?

El Laredo

Y ahora vayamos al otro extremo de la calle Sierpes. Juan Robles, colega de Borja Hernández, no ha invocado ni tradición, ni antigüedad, ni patrimonio cultural con el bar Laredo, sito en un edificio municipal, sino que ha competido en buena lid con una compañía multinacional como Starbucks.
Hace un decenio, Robles se adjudicó el bar Laredo a cambio de pagarle al Ayuntamiento un canon de 30.000 euros anuales (2.337 euros al mes más IVA). Al expirar el contrato, el gobierno local convocó un nuevo concurso con un canon de salida de 30.000 euros anuales. Starbucks ofreció 114.000 euros (IVA aparte). Robles ha ejercido su derecho preferente e igualado la oferta de la multinacional, por lo que continuará explotando el Laredo durante 15 años más pero pagando un canon de 9.500 euros mensuales (IVA aparte). Así pues, las denostadas franquicias han tenido el efecto de que el Ayuntamiento va a ingresar por el Laredo cuatro veces más, lo cual no ha sido óbice para que Robles mantenga los 15 trabajadores en plantilla y siga haciendo negocio con el local.

El debate, por tanto, no hay que centrarlo tanto en los veladores como en el espacio público de todos que ocupan y a cambio de qué precio (172 euros anuales por un velador en la Campana), unas cantidades tan bajas que han permitido grandes plusvalías a unos  empresarios que se erigen a sí mismos como patrimonio histórico cultural de Sevilla,  sin que esos espacios dejen  ingresos significativos en las arcas municipales que destinar a paliar las muchas carencias que sufre la ciudad.

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