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Miércoles 27/11/2024
 

Rota

Manada

Hay multitud de post denunciando el tratamiento mediático al juicio de la supuesta violación de San Fermines. Y no puedo estar más de acuerdo con ellos.

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“Con 18 años, la violaron entre 5. Ahora tiene que aguantar un país planteándose si le gustó, porque siguió viviendo. Si no te sientes interpelada como mujer  o cuestionado como hombre, eres el enemigo”.

“En vez de juzgar al violador se juzga a la violada hasta en tres planos temporales: el anterior a la violación (si llevaba una ropa concreta, si se besó con alguien, si aceptó tener relaciones y luego cambió de idea, si parecía receptiva), durante la violación (si no se defendió lo suficiente, si parecía ceder, si no gritaba, si no parecía incómoda) y el posterior a la violación (si no denunció al momento, si no se lo contó a nadie, si siguió llevando una vida normal, si fue a una fiesta, si actualizó su Facebook con una canción estúpida). Así que hay que denunciar siempre, sí. Pero antes hacer un preparatorio”.

Hay multitud de post denunciando el tratamiento mediático al juicio de la supuesta violación de San Fermines. Y no puedo estar más de acuerdo con multitud de ellos, desgraciadamente la violación ( una de la violencias machistas más crueles) es todavía asimilada como una conducta sexual exclusivamente. Y no como una conducta de dominación y humillación. Una prueba de que ser macho significa ser Alfa, someter y obligar a alguien. Y peor aún cuando se hace con la complicidad de otras personas, mofándose y jactándose de un acto cruel, ruin y asqueroso.

Peor aún es cuando se culpabiliza a las víctimas, exigiendo y criminalizando. Recuerden el 100% de la culpabilidad es del violador. Ni ropa, ni insinuación, ni copas pagadas, ni embriaguez justifican la violación.

Vivimos en una sociedad machista, cosificadora e hipersexualizada. Y una parte del trabajo nos corresponde a los hombres. Debemos concienciarnos y ser capaces de concienciar a nuestros amigos, hermanos etc que las mujeres no son trofeos. No son mercancía. No son nuestra propiedad. No se maltratan. No se humillan. No se violan. No son objetos desechables.

Son personas. Y sufren.

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