En una entrevista concedida a Efe, con motivo de su participación en la obra Edipo, una trilogía que se representa estos días en el LV Festival de Teatro de Mérida, este consagrado actor reflexiona que “alguien puede ser muy rico y a la vez un marginal”, porque, para él, “no es algo buscado ni una contribución postiza”, sino que forma parte del ADN de cada uno.
Así, vive “al filo” y rehuye de “cosas muy industriales, series masivas o películas escandalosamente populares”, tal y como refleja su nutrida trayectoria profesional marcada por exitosas películas, por las que al principio “tiraban piedras” pero que “se han ido haciendo clásicas” con el tiempo.
Esta tendencia a lo marginal, le ha llevado a realizar un guión junto con Facundo Fuentes El Chapero más viejo del mundo, que ya está terminado y donde, con un presupuesto reducido, Poncela llevará a la gran pantalla la historia de un actor porno que sale de la cárcel y se ve inmerso de nuevo en “el mundo sexual”.
La historia, madrileña a full, está ambientada en la cultura quinqui de los bajos fondos de la capital española y su rodaje comenzará a partir de septiembre cuando se realice el casting.
Parco en palabras, cuando se explaya Poncela no tiene pelos en la lengua y, acerca de su versatilidad profesional, indica que se puede comparar a “un gajo de naranja” la distribución de su público, “unos más convencionales en Los gozos y las sombras, otros más jovencitos en Martín Hache, los maricones en La ley del deseo y los drogadictos y cinéfilos en Arrebato.
Poncela se entrega sin reservas a sus personajes, los lleva a su terreno personal e intenta hacerlos suyos todo lo que puede, porque la mayoría de ellos “se adhieren y se marcan en la piel de uno”, aunque admite que “hay otros papeles que pasan por la economía, pagar la comida”, que han sido los menos.