La Feria del Libro de Jaén ha clausurado su 33ª edición con buen sabor de boca entre libreros y público, después de diez días con un “amplio y variado” programa de actividades que ha atraído “todos los días” ha público de todas las edades. “Estamos muy satisfechos por la afluencia de público. Han sido muchas las actividades programadas y todas han tenido su público y muchas se nos han desbordado. La media de asistencia ha superado nuestras expectativas”, reconoce el presidente de la Asociación Provincial de Libreros, Francisco González.
Ha sido una “buena edición” también en las ventas, en la que se ha notado “un ligero repunte” respecto al año pasado. “Esperábamos un mayor nivel de ventas de libros. Se ha notado un ligero repunte, pero hubiera sido una Feria perfecta si se hubiera vendido algo más”, reconoce González.
De las doce casetas presentes, tres eran de libreros, de empresarios del sector que han apostado, por segundo año, por una feria en la calle, abierta a todos los segmentos de la sociedad. “Es el camino que tenemos que seguir porque Jaén ha demostrado que tiene ganas de cultura y actividades de ocio. Seguiremos apostando por una feria del libro en la calle”, terminó.
La firma de autores, las presentaciones de libros y actividades novedosas como la 1ª concentración de lectores en la calle para promover la lectura ‘Leyendo en La Carrera’ han sido clave para ganar en afluencia de público.
Leyendo en La Carrera
La calle Bernabé Soriano se convirtió la tarde del sábado en un punto de encuentro para jóvenes, adultos y familias que quisieron compartir un libro y su lectura en un espacio emblemático. Sentados, tranquilos, en un ambiente cultural y con la Catedral por testigo, los libros fueron los protagonistas en una convocatoria organizada por la editorial de la Universidad de Jaén (Editorial UJA) y la editorial Líberman. De hecho, el responsable de Líberman, el editor y escritor Pedro Molino; y la vicerrectora de Proyección de la Cultura de la UJA, Mª Dolores Rincón, capitanearon la actividad, con la que defendieron la lectura como una necesidad social.
