El convento de Madre de Dios se encuentra huérfano de moradores desde hace algo más de una semana, toda vez que las cuatro religiosas franciscanas clarisas que permanecían en él han sido reubicadas en otros monasterios. De este modo se confirma el cierre de uno de los conventos de mayor historia de la ciudad, toda vez que su origen se remonta a la primera mitad del siglo XV.
Las causas del cierre son similares a aquellas que de manera progresiva han ido clausurando monasterios y conventos. La comunidad estaba integrada últimamente por apenas cuatro religiosas y en la mayor parte de los casos de edad avanzada, lo que les impedía trabajar en el obrador de dulces que permitía su sostenimiento económico. Además, debe tenerse en cuenta el elevado coste que suponía mantener abierto un edificio concebido inicialmente para una comunidad bastante más amplia. Todo ello ha hecho inviable la continuidad de las religiosas franciscanas clarisas.
Apenas hay signos externos del cierre del convento, en cuya iglesia se mantenía la celebración de la eucaristía dominical. Esta pasada semana no se celebró ya esa eucaristía y en el resto de la semana la cancela que daba acceso al torno desde el que se vendían los productos elaborados en el obrador no se ha abierto.
A partir de ahora queda saber qué uso se dará a estas dependencias. Todo apunta a la posibilidad de que se conviertan en sede del Seminario Diocesano, lo que permitiría mantener la actividad tanto en el interior del cenobio como en la iglesia, levantada en el siglo XVI y de estilo gótico. El templo cuenta con un retablo mayor de estilo barroco, coro bajo con sillería rococó y otros altares e imágenes de interés. Una iniciativa ciudadana a través de internet ha reclamado ya que el conjunto sea preservado y declarado Bien de Interés Cultural (BIC) para así garantizar la conservación de su patrimonio.