El lamentable final que nadie podía imaginarse

El derbi finalizó de la manera más nefasta que se pudiese imaginar. Una moneda de veinte céntimos que vuela e impacta en la frente de Héctor Pizana, un intento de agresión a uno de los miembros de la Seguridad Privada, el enfrentamiento callejero de aficionados de uno y otro equipo, las cargas policiales, las imágenes de un derbi que salen de nuestras fronteras y no para bien, como casi siempre ocurre con las cosas de nuestro Jerez, y de nuevo el fútbol de Jerez, por fas o por nefas, por las culpas de los unos y también de los otros, que sale malparado. No solo el fútbol de Jerez sino la imagen de una ciudad que ya tiene bastante con que en un programa de hora punta se le deje por los suelos, que ya tiene bastante con salir mes y otro en los rankings de las ciudades con más paro, que ya tiene bastante con los olvidos sistemáticos que, desde hace décadas, viene soportando de los Gobiernos de España y de la Comunidad, que ya tiene bastante con querer salir del fondo al que le condenó por no haber hecho una reforma industrial cuando el mundo de las bodegas comenzó a decrecer. Jerez bastante tiene con los problemas de Jerez como para verse inmerso en peleas barriobajeras que a nada conducen. Si acaso, si acaso, a aclarar, por si no lo estuviese ya suficientemente, que la división de las aficiones es irreversible, que son irreconciliables y que eso, de una manera u otra, va a marcar definitivamente el devenir del futuro más o menos cercano del fútbol jerezano. No sabemos lo que va a ocurrir con un equipo u otro, porque no somos adivinos, no sabemos en qué momento un equipo, se llame como se llame, puede estar por encima del otro a nivel de categoría deportiva, pero sí parece que cada uno va a seguir por su lado y que nadie se va a ir de un sitio a otro, pase lo que pase.