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La Gatera

Miarmatoa

Siempre he sido una gran defensora de la virtud emprendedora de nuestros jóvenes. Frente a las voces agoreras que hablan de los jóvenes del siglo XXI como...

Publicado: 17/06/2020 ·
22:24
· Actualizado: 18/06/2020 · 16:38
Autor

Rosa G. Perea

Rosa G. Perea es escritora. Es cofundadora del Club de Lectura del Ateneo de Sevilla y editora en Almuzara

La Gatera

Como escritora, editora y colaboradora en medios de comunicación, Rosa G. Perea habla de todo, predominando la cultura

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Siempre he sido una gran defensora de la virtud emprendedora de nuestros jóvenes. Frente a las voces agoreras que hablan de los jóvenes del siglo XXI como una generación que no tiene ambiciones, yo guardo en mi bolsillo muchos argumentos con nombres y apellidos que vienen a demostrar que no es así. Y hoy mi argumento se llama Manuel Barragán.


Manuel tiene 18 años y es un dibujante con una ruta en su vida que promete muchísimo. Tiene el gesto serio y una bondad luminosa en su mirada, que le da ese aire de hombre responsable y sereno, enamorado hasta la médula de su vocación creativa. Se le nota en su forma de hablar, pero también en su forma de dibujar. En cada trazo, limpio y seguro, hay un pliego de intenciones.  Lo conocí por estos avatares que tiene la vida cofrade sevillana. Presentaba el diseño de una papeleta de sitio. Y me pareció un trabajo magnífico salido de unas manos tan jóvenes. Una pincelada certera, hermosa. Tanto que le pedí que si podía ilustrar el interior de la edición impresa del pregón de las Glorias.


Pero Manuel va mucho más allá. No le tiene miedo a nada. Desde sus inicios aprendiendo a dibujar viñetas cofrades, hasta la técnica del dibujo con bolígrafos de colores, donde sólo entran los valientes porque no hay marcha atrás. Y durante el confinamiento, movido por el más hermoso de los objetivos: hacer reír a la gente, Manuel dibujó una réplica del monte Rushmore en “sevillano”. Cambiando los rostros de los presidentes norteamericanos por el Pali, el Perejil, Paco Gandía y Silvio. Y tanto gustó que una marca de ropa (El rancio) se fijó en el dibujo, y ¡plas! la hizo camiseta. Después vino el diseño de “Miarmatoa” formando la palabra jugando con el skyline de los monumentos de la ciudad, y muchas, muchas más… con 18 años. Por si lo habían olvidado.


Y ahí está, probando nuevas técnicas, nuevos temas, organizando exposiciones virtuales con sus compañeros del grupo “Jóvenes del Arte Sacro” (búsquenlo en las redes, les encantará), con sus planes de estudios para desarrollarse en el mundo del diseño gráfico y lo más importante, demostrándonos a los que peinamos canas que hay abrir las puertas de par en par a las nuevas generaciones, porque como decía Kofi Annan, una sociedad que aísla a sus jóvenes y que corta sus amarras, está condenada a desangrarse. 

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