Desde este martes las actividades económicas que no se consideren esenciales deberán echar el cierre a las 18.00 horas. Esta limitación supone un nuevo varapalo para el comercio local, que acumula ya muchos meses de pérdidas económicas.
Ante este escenario a los comerciantes no les queda otra alternativa que tratar de adaptar sus horarios a las medidas adoptadas para frenar la expansión del Covid-19.
La presidenta de Acoje, Nela García, admite que entre sus asociados hay “diversidad” a la hora de ajustarse a las restricciones horarias, si bien los planteamientos más habituales pasan por mantener los negocios abiertos de manera ininterrumpida hasta las 18.00 horas o hacer un paréntesis a mediodía para retomar la actividad entre las 16.00 y las 18.00.
Lo que sí tiene claro Acoje es que va a animar a sus asociados a abrir los establecimientos los domingos y festivos a partir de esta misma semana.
“Los comercios de menos de 300 metros cuadrados de superficie tenemos libertad horaria y en lugar de esperar a diciembre para abrir los domingos vamos a empezar a hacerlo ya, porque habrá clientes trabajando hasta las seis de la tarde a los que de algún modo habrá que prestarles servicio”, explica García.
La esperanza de Acoje es que este “nuevo sacrificio” permita “moderar las cifras” en estas próximas semanas y de este modo poder afrontar una campaña de Navidad y Reyes “con cierta normalidad”.
El escenario en cualquier caso es muy adverso, tal y como reconoce el presidente de Asunico, Manuel García, que advierte de que la situación de muchos negocios es ya “insostenible”.
“Cuando se ofrecieron aplazamientos en los pagos de los impuestos todo el mundo creía que para la situación habría mejorado cuando hubiera que pagar, pero ahora tenemos que hacer frente a los gastos ordinarios y a los aplazados. La presión fiscal es muy fuerte y las ventas han caído entre un 60 y un 100 por cien”, subraya.
El sector tendrá que “adaptarse” a los nuevos horarios, para lo cual será necesario “hacer pruebas” y “ver la reacción del público”. “Ahora mismo están todas las posibilidades sobre la mesa. Habrá negocios a los que les funcione la apertura los domingos y otros a los que no. Estamos en una situación nueva para todos y no tenemos una hoja de ruta escrita”, añade.
Seguridad y ayudas
El sector espera que los nuevos sacrificios que debe afrontar se vean de algún modo recompensados. Nela García, de Acoje, entiende que si los comercios se mantienen abiertos a horas de menor presencia de viandantes será necesario también incrementar la vigilancia.
Más aún cuando a partir de las 18.00 horas queden abiertos en el centro únicamente los negocios que se correspondan con las actividades económicas consideradas esenciales.
“Puede ocurrir que entre las seis y las ocho de la tarde haya calles en las que sólo queden abiertos uno o dos comercios y le pueden dar un susto”, comenta.
Manuel García, de Asunico, cree que ha llegado la hora de las “ayudas directas” al sector, porque los aplazamientos se han demostrado como un arma de doble filo. “El pequeño comercio ya no puede más. Lo único que están consiguiendo es que cada día se produzcan más cierres”.
