Escritos a lo largo de las dos últimas décadas, “Donde nombras la lluvia” (Fundación Jorge Guillén. Valladolid, 2020) reúne un centenar de sonetos de Juan Van-Halen.
Más de treinta poemarios y un buen puñado de galardones y reconocimientos avalan la obra lírica de este autor madrileño, quien ha sabido conjugar sabiamente su tarea política y literaria durante más de cincuenta años.
“Considero al soneto el gótico de la poesía y desconfío de quienes lo ningunean o lo devalúan”, confiesa el propio poeta en su nota previa. Y, en verdad, que en ese medio siglo citado, su fidelidad a esta estrofa se ha mantenido devota y constante.
El verso de Juan Van-Halen se hace verdadero refugio contra la fugacidad. Sabedor de que cualquier retórica o artificio no es sino un signo de desamparo verbal, su decir late desde el mismo centro del alma e ilumina todo aquello que sostiene en derredor. De ahí, que en su pórtico, escriba: “Donde muere el silencio y la palabra nace,/ el lugar donde sueñan mis sueños más hermosos,/ te encontraré encendiendo los recuerdos borrosos/ y salvaremos juntos lo que el tiempo deshace”.
En estos sonetos hallará el lector una intimidad reflexiva, un recorrido humano, honesto, que conduce hasta una forma de entender la vida como dilatado acontecer. Las dudas, las incertidumbres, impiden en cualquier caso un tono de celebración, mas sí que se adivina una lumbre reveladora y sustantiva: la del hombre ante su circunstancia existencial y finita: “Tu vida es un viaje. Desbordado/ el mapa para ti, para el asedio/ del tiempo que te vence. Siempre en medio/ de un camino sin fin e indescifrado”.
La universalidad circundante ala temática aquí reunida respira junto al amor y desamor, junto a la memoria y al olvido, y frente a ese juego desde elazogue, el yo lírico perpetúa la firmeza desu escritura a través de la esperanza, de la incesante vigilia que descorre los límites de la edad
El dominio formal, la sobria musicalidad, la variedad de protagonistas (Eva y Adán, Ariadna, Lope de Vega, Cenicienta, Caperucita Roja…), la virtuosa trascendencia de lo dicho…, se aúnan en estas páginas cifradaspor esa residencia en la tierra que es la aventura del ser humano: “Me busco al otro lado del espejo,/ y me acusa una imagen evadida,/ un yo irreal que diese por perdida/ la infiel garra del tiempo en su reflejo”.
Dividido en tres apartados -más una coda-, el volumen traza, a su vez, la autoexploración de quien rechaza la intuición como acto de conocimiento y fija su expresión a través de su empírica esencialidad. La conciencia del poeta toma parte, pues, de un procesode identificación con los argumentos que rodean su alma creadora. Y, desde ella, su voz se torna tierna, áspera, inexorable, conciliadora, valiente, confiada…, y, sobre todo, alentada por un bordón amatorio que envuelve y aroma un bellísimo conjunto: “No sé si por tus balas o tus besos/ mi corazón fue herido a media tarde:/ helado desamor o amor que arde./ Señales de tus idas y regresos./ Cicatrices de tiempos nunca ilesos/ siempre retornan para que los guarde./ LA memoria es un águila cobarde/ que invita al vuelo mas nos tiene presos”.