En la toma de la decisión de la fecha electoral ha habido un toque de frivolidad que en nada ayuda a la seriedad del proceso. Primero ha sido la oposición a Casado, que quería elecciones cuanto antes, después la súplica al presidente castellano-leonés para que sacara un buen resultado sin depender de Vox, después la entronización de Feijóo y el iniciado vaciamiento de una parte del gobierno andaluz, tras eso vinieron los consejeros económicos pidiendo adelanto y el vicepresidente de Ciudadanos rogando el cumplimiento de la legislatura hasta noviembre, en Semana Santa se publicitó la reflexión ante los pasos procesionales del propio presidente pidiendo consejo…hasta que, en clave estrictamente partidista, se tome la decisión de convocar las duodécimas elecciones andaluzas para, previsiblemente, el 26 de junio de 2022. No ha sido un proceso nada serio.
No hay adelanto electoral, técnicamente, cuando son menos de seis meses sobre la ficha final que corresponde para la terminación de la legislatura. De junio a diciembre son esos seis meses que se comerá el adelanto, ya que las últimas elecciones se celebraron el 2 de diciembre de 2018. Los socialistas llevaban gobernando Andalucía desde las elecciones de 23 de mayo de 1982. Antes de esa fecha, los gobiernos preautonómicos andaluces (1978-1982) eran de concentración de todas las fuerzas políticas, aunque con presidente socialista.
Los resultados de las elecciones dirán si la decisión del adelanto fue la adecuada o no. En Castilla y León pincharon en hueso los estrategas del adelanto y entre eso y la denuncia a Díaz Ayuso han llevado al ostracismo político a Casado, que pronto descubrirá que vive mejor así. Susana Díaz se equivocó dos veces con el adelanto, sorprendiendo a Izquierda Unida y a Ciudadanos. Pedro Sánchez erró con la repetición electoral, por sus resistencias a Iglesias. Humano es errar, pero los errores tienen consecuencias, como se ha comprobado.
La cuenta atrás ya ha comenzado y, en principio, los pronósticos apuntan sin ambages que Juan Manuel Moreno Bonilla podrá tener opciones claras de repetir la presidencia pero sin mayoría absoluta. Tendrá necesidad de apoyos externos que, en esta ocasión no los podrá -desgraciadamente- aportar el vicepresidente Marín, lo que indica el camino de Vox. Un “Déjà vu” de lo sucedido ayer en las Cortes de Valladolid. Insólito en Andalucía, pero viene de camino.