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Sindéresis

Pederastas

Ahora mismo estoy pensando en Berlusconi, Sostres, Sánchez Dragó y, sí, en la Iglesia Católica y su defensa de la derecha

Publicado: 02/10/2022 ·
21:12
· Actualizado: 02/10/2022 · 21:12
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

Del propio autor:

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Los pederastas son intocables donde habitan la ignorancia, el miedo y la culpa, todas ellas producto de haber convertido el sexo en un tema tabú para los niños. Igual que nos encargamos de enseñarles que no es lo mismo prestar algo que regalarlo, para ir fortaleciendo su capacidad de defender su propiedad, se hace imprescindible que les enseñemos la diferencia entre un beso de saludo, una carantoña de cariño y un tocamiento inapropiado. Una de las campañas más nefastas que se dirigieron jamás a los niños, producto de nuestra propia bisoñez y desinterés real por tratar el asunto como era necesario, fue meterles miedo contra los desconocidos, lo que dejaba a los conocidos en una posición privilegiada para abusar de ellos y de ellas. La inmensa mayoría de los abusos y violaciones a menores vienen de su entorno más cercano debido a tres principios que no por horrendos debemos eludir: mimetismo; cualquier persona puede ser un pederasta, aunque no lo parezca. Oportunidad; las personas de tu entorno tienen más posibilidades de poder abusar de ti. Codicia; en palabras del sociópata más famoso del Cine, codiciamos lo que vemos cada día.

Es decir, que los niños deben aprender que ni su profesor, ni su tío, ni su primo, ni su párroco tienen derecho a tocarlo de cierto modo y que, si paralizados por el miedo, no pueden hacer nada por evitarlo, no es su culpa y deben denunciarlo de inmediato.

Los niños deben aprender que, cuando hay cierta diferencia de edad, la otra persona posiblemente esté usando su experiencia manipulando las emociones para llevarlos a hacer cosas de las que luego puedan arrepentirse. Los niños tienen que saber que no es lo mismo tener catorce años y darse el lote con alguien de catorce años que con alguien de diecinueve. Y, sí, estirados meapilas de mente sucia, cuando la ministra Irene Montero habló de la libertad sexual de los niños, se refería a dos cosas: una, que cuando sean mayores pueden tener sexo con quien les dé la gana y solo si les da la gana, y dos, que siendo niños, otro niño no tiene derecho a forzarlos a hacer algo que no les apetezca, ni, por supuesto, un adulto tampoco. Y, sí, estirados meapilas, todos y todas vosotras que os llevasteis las manos a la cabeza cuando se usó la palabra consentimiento y os fuisteis a los textos legales para proclamar que por debajo de los dieciséis el consentimiento no es legal, claro, no es legal con un adulto. Pero ¿por qué pensasteis de inmediato que se refería a consentir con un adulto y no con alguien de su edad?

Os lo voy a decir yo. En primer lugar, porque no habéis recibido una educación sexual apropiada, sino una educación moral en la que habitan la ignorancia, el miedo y la culpa, y sois incapaces de concebir que los niños tengan relaciones sexuales entre sí. Os doy un adelanto: eso está sucediendo a cada momento, porque el cuerpo no espera, y, cuando sucede, esos críos, en la mayoría de los casos, no saben usar un condón, no saben cómo se transmiten las enfermedades sexuales y no saben que, aunque hayan dicho que sí al principio, luego pueden decir que no en cualquier momento; sin culpa. En segundo lugar, pensasteis que Irene Montero se refería a relaciones sexuales entre menores y adultos porque os habéis tragado a dos cucharas la propaganda política de la derecha hipócrita que indica que los progresistas son unos inmorales y puedes esperarte cualquier depravación de ellos. A lo mejor habría, a modo estadístico, que preguntar a los pederastas a qué partido votan. ¿Uno que no quiere que los niños reciban educación sexual, herramientas para defenderse? Puede ser. Ahora mismo estoy pensando en Berlusconi, Sostres, Sánchez Dragó y, sí, en la Iglesia Católica y su defensa de la derecha.

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