La gran fiesta del flamenco con los pueblos del mundo
La fiesta en la que se convierte todos los años el Consejo Regulador cuando los alumnos se acercan a recibir sus diplomas de manos de sus profesores fue una evidencia ayer por la tarde, desde las 13.15 horas, con cada entrega de esos, podríamos llamar, títulos acreditativos...
En la jornada de ayer sábado, se constató una vez más la capacidad de entusiasmo con la que los discípulos de cada artista subieron al escenario de la Bodega San Ginés a recoger ese trocito de papel con tanta alma dentro.
A partir de hoy domingo, se comprobará la tristeza por las calles una vez que estos queridos representantes de 42 países del mundo tomen rumbo a sus casas. Aunque, desde luego, sus casas están aquí también, por supuesto. Después de esta convivencia fraterna, están en su pleno derecho a sentirse plenamente andaluces.
Es emocionante comprobar que esta cultura que nace en Andalucía y que tiene a Jerez como uno de sus epicentros básicos, se extiende como un reguero de pólvora por todos los pueblos del planeta. Evidencia esto que el sentimiento y la sensibilidad artística es un patrimonio que trasciende fronteras para asentarse en los corazones de todo el mundo sin excepción.
Los maestros del baile encargados de entregar los diplomas acreditativos están igual de felices que los propios alumnos, pues resulta visible la satisfacción enorme de quienes se encargarán de formar a los que tomarán el relevo el día de mañana.
Ahora se impone una razonable euforia, toda vez que la fuerte demanda popular de plazas para hacer los cursos garantiza que esta parcela del baile flamenco siga adelante con la misma salud que siempre, acaso más, porque cada año da la impresión que de una edición a otra la presencia de cursillistas va en aumento, circunstancia ésta que proporciona una lógica felicidad, tanto a organizadores como a críticos, o a todas aquellas personas que, como el caso específico del autor de esta página, tienen sus amistades en diversos países (sobre todo en Francia), que envían estas delegaciones de puro arte para imbuirse de la esencia del flamenco en el lugar donde ellos entienden que germina con más fuerza. Al mismo tiempo, en pura reciprocidad, la gente del terruño disfruta de las personas que vienen de otros lugares. Somos ya el mismo pueblo. Démonos cuenta, por favor.
En otro orden de cosas, anteayer viernes se celebró en el Bar Juanito la tradicional comida que ofrece Faustino a los medios de comunicación para decidir el Premio Revelación del Festival de Jerez. En una reñida votación a dos vueltas, al final se impuso la bailaora Olga Pericet, por su participación en el espectáculo de Belén Maya Bailes alegres para personas tristes. El galardón viene a reconocer por mayoría de la crítica la buena intervención de la artista en la citada obra de la bailaora Belén Maya.
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