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Desde la Bahía

Año Nuevo, Vejez y Progreria

Entonces será el anciano un icono áureo, al que el fango de las incapacidades o el olvido, no conseguirá quitarle brillo

Publicado: 02/01/2023 ·
14:54
· Actualizado: 02/01/2023 · 14:55
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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La vejez es el mayor soborno a que están sometidos los seres vivos. Pero de ellos el único que tiene clara conciencia, reflexión y crítica del mismo es el ser humano. Es posible que haya algún sentimiento de edad avanzada en otros tipos de vida, pero lo que no se demuestra o comunica, en realidad no existe. El silencio nunca será erudito. La actitud de permanecer callado, tiene el corto camino que existe entre la ignorancia y el miedo. La dádiva de la vejez se concede como premisa, de que los días de existencia comienzan a ser contados. Por eso soborna. 

Las metáforas que se utilizan para disimular el vocablo principal - viejo - como ancianidad, tercera edad, abuelo, decano, antañón o retablo, son alfombras sobre suelo raído, ciegan, pero no solucionan el deterioro. Cuando la edad retira de los oficios o empleos, está señalando que el camino hacia la meta final del recorrido, se va acortando hora tras hora, día tras día. Ya la única operación matemática que precisa recordar es la de restar y por dos motivos esenciales. Uno, porque cada día, la vida te va restando mayor número de capacidades y otro porque ya la suma es imposible de realizar y solo queda el poder sustraerle a la existencia, el día a día, sin pensar en cronologías más alargadas. 

Es en la edad avanzada cuando la resiliencia es más precisa, porque ha quedado atrás, la dorada edad, en que los consejos, el respeto, el reconocimiento que de la valía y experiencia, hacían de la ancianidad el espejo en que mirarse, y en general hoy día se puede decir que son considerados como "retablos" que al menor descuido pueden ir a parar " al cuarto de los tiestos", que en ocasiones no es otro que las residencias de mayores. Y no lo digo por el trato - casi siempre exquisito de estos "albergues" - sino por el abandono al que finalmente quedan abocados, por parte de los familiares, en porcentaje no deseable.

Hay que darle vida y alegría a esta última etapa de la vida a la que desgraciadamente no todos llegan, pero teniendo presente que el optimismo es la "mano del campanero", la fatiga física acabará imponiendo el silencio. El pesimismo actúa como los muros que sostienen el campanario, les da igual el silencio, que el timbre del bronce, su finalidad es solo resistir. La verdad está en la evidencia y ella a edades avanzadas nos exige bondad, ternura, y ofrecer sabia enseñanza y consejos. El anciano pide una brizna de amor y ofrece una lluvia de "agua generosa".

 Esta edad en que la felicidad está cubierta, y mas en estos días, por el velo de las ausencias, tiene como todo hecho orgánico, alteraciones patológicas y una de ella está relacionada con el espacio/tiempo, es decir, aparece en otras edades a veces tan distantes como la misma infancia. Es la progeria o síndrome de Hutchinson/Gilford, trastorno genético progresivo que acelera el envejecimiento y comienza a dar sus síntomas en el primer año de la vida, a la que acorta de modo drástico. Diríase que se es viejo desde el primer día de la vida.,

Ha pasado la "noche vieja". Las ilusiones piden renovarse. El optimismo se desenfrena sin ningún rasgo de palpable realidad. Vamos a vivir un "nuevo" año, que hoy comienza a nacer. El alborozo contagia con esta mutación hacia un nuevo periodo de tiempo, pero cuando reflexionamos sobre la más que posible evidencia que nos toca vivir, la sombra de un año afectado de "progeria" comienza a presentar los mismos síntomas que el año previo, es decir en realidad estamos frente un nuevo "año viejo". Serán idénticos o más acusados todos los problemas que estábamos viviendo, comenzando por el enfrentamiento, siempre visible como la mosca sobre el lienzo, entre los nacidos en el mismo suelo, que siguen intentando disgregar los separatistas. Decretos, leyes, pactos, hechos no para beneficiar a todos los españoles, porque se sigue sin tener idea de lo que es gobernar a todo el conjunto de la nación y seguiremos con las dádivas, convertidas en miserable papel moneda, con la que se alargará la mendicidad y se engrosará el paro laboral, todo en un espacio de tiempo siempre relacionado con el voto y lo que el mismo elija. La vida del ciudadano, dependerá en gran parte de que grupo consiga la mayoría y habrá que soportar vaivenes desequilibrantes y vertiginosos en todas las facetas de la existencia desde el derecho a nacer, a tener una educación respetando el criterio de los padres, una universidad sin rasgos políticos, una justicia independiente, unas leyes redactadas bajo el consejo de imparciales expertos, unas imposiciones justas, una clara libertad a la iniciativa privada particular o en sociedades y un respeto a las creencias, porque ser ateo ya no se lleva, pero si ser un bufón de "lo relativo" ante la incertidumbre y la esperanza de que todo no acabe en la tierra. El etcétera se alarga ansiosamente. El soborno se hace indiscutible. La resiliencia necesaria. La edad sirve para darle a la vida el valor que ella se merece. El alma nos salvará perdurándonos por siempre. El voto nos librara del poder, tendente al "dictado". Y el año nuevo debe saber eliminar el gen que quiere contagiarle la progeria. Entonces será el anciano un icono áureo, al que el fango de las incapacidades o el olvido, no conseguirá quitarle brillo.      

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