La tramitación, aprobación y entrada en vigor de la nueva
Ley de Bienestar Animal ha estado acompañada de una enorme polémica que está aún lejos de apagarse.
Las
protectoras andaluzas de animales, de entrada, ven positiva una ley que avance en el reconocimiento de los derechos de los animales, pero coinciden en que presenta una
serie de vacíos que pueden restarle efectividad.
Estos son los
puntos que centran el debate sobre cómo se puede mejorar la nueva ley.
Perros de caza
Las protectoras valoran de manera muy negativa que dejar a los perros de caza fuera de la ley ha sido un grave error por parte del Gobierno.
Fátima González, presidenta de la protectora No Me Abandones, de Jerez de la Frontera, explica que “hay una cosa en la que todos los grupos animalistas estamos en contra: dejar fuera a los perros de caza. Partiendo de esa base, a mí ya no me gusta la ley, porque es muy injusta”.
La protectora
El Albergue de Sevilla está en la misma línea. “Nos gustaría la inclusión de los animales que han dejado fuera por las presiones de quienes se benefician de la explotación y el maltrato animal, como son los perros usados para la caza, la ganadería, experimentación y los de trabajo”.
Para
Marcelino Laínez, coordinador de PACMA en Cádiz, “que los perros de caza no estén incluidos en la ley es una gran falla. Además, al ser una ley nacional influye en las leyes autonómicas, que algunas de ellas estaban ya bien reguladas y mucho más avanzadas que la ley nacional que ha salido”.
Adopción y abandono
Las protectoras temen que, debido a los requisitos que se exige en la nueva ley para tener una mascota, pueda aumentar el número de abandonos y disminuir el de las adopciones. No descartan que las cifras crezcan cuando se desarrolle la ley.
Según
Patricia González, auxiliar técnica veterinaria, “por ahora no hemos visto ninguna reacción, pero creo que va a ser una lacra en tema adopción y abandono. Si hay gente que tiene un animal y por circunstancias de la vida no tienen casi ni para comer, ¿cómo van a pagar también un seguro, un curso…?”.
Desde El Albergue de Sevilla explican: “de momento no hemos experimentado ningún cambio, nos cuesta la misma vida encontrar adopción para nuestros estupendos perros porque no son ni cachorros ni de ninguna raza de moda”.
Para
Fátima González el abandono sigue siendo bestial. “Nosotros recibimos 10 llamadas diarias de gente que quiere abandonar a su perro o que se han encontrado uno. Pero esto siempre ha pasado, no estamos viendo todavía un cambio enorme en ese sentido. Lo que sí he notado son menos adopciones, estamos un poco preocupados, no sabemos si es por el verano”.
El curso obligatorio y el microchip de identificación
Otro punto conflictivo que destacan las protectoras es la obligación de hacer un curso para poder tener un animal en casa y que cuente con un microchip de identificación.
Según Marcelino Laínez, “la entrada en vigor de la ley está asustando a la gente que no tiene los papeles en regla, porque ahora deben disponer de chip de identificación, un curso realizado y un seguro”.
Fátima González asegura, “yo tengo 64 años y a mis perros en la vida les han pasado un lector de microchip. Yo veo perros llegar a los veterinarios sin microchip y no pasa nada. El 90% de los perros abandonados que llegan a las protectoras no tienen microchip. Entonces, si no controlamos lo que se está legislando, no lleva a ninguna mejora”.
Sobre el curso -añade Fátima-, “es algo hacia lo que la gente está mucho más reacia. Aún no está regulado, no se sabe a quién se va a obligar a hacerlo… falta mucha información”.
Para Patricia González, lo del curso obligatorio genera muchas dudas: “¿Quién dará los cursos? Si no son capaces de controlar las vacunas de la rabia, ¿cómo van a controlar quiénes realizan los cursos?”.
Los bulos que han surgido alrededor de la ley
Esta ley, desde que empezó a gestarse,
ha estado acompañada por un buen número de bulos que han creado confusión entre los propietarios de mascotas.
Según Fátima González, “en las redes sociales todo el mundo opina y publica cosas sin información, y eso acaba influyendo sobre los demás. Pero todo es fruto de una falta de información más sistemática y fidedigna por parte del Gobierno”.
Desde El Albergue de Sevilla declaran que “está claro que hay intereses políticos (se le ha llamado incluso Ley Podemita), y también lobbies de explotación animal presionando para evitar que cualquier avance en materia de protección salga adelante, como el de la caza o el de la tauromaquia, a los que los derechos de los animales no les importan”.
Para Marcelino Laínez, “hay un poco de confusión porque la ley que se aprueba en marzo entra en vigor ahora, y porque a última hora se ha dicho que no entran en vigor algunas partes hasta que no esté el reglamento, entonces entendemos que hay una información insuficiente en la comunicación desde el Ministerio sobre este asunto”.
La parte buena de la ley
Pero, aunque los inconvenientes que presenta la ley son numerosos, las protectoras también han querido destacar los
aspectos positivos que recoge la nueva normativa.
Desde El Albergue de Sevilla declaran: “Celebramos su aprobación porque supone un avance en el reconocimiento de los derechos de los animales domésticos y de los salvajes en cautividad. Aunque es muy mejorable”.
La parte más destacada sería “la prohibición de la cría y venta incontrolada de perros y gatos, que es lo que esperamos que consiga reducir la tasa de abandono al limitar la adquisición de animales de forma irresponsable y caprichosa”.
Fátima González, por su parte, asegura que, “el hecho de que existan leyes a nivel nacional como esta sobre el bienestar animal, tiene que ser siempre motivo de alegría. Lo que pasa es que, si se hacen leyes sesgadas o con intereses políticos nada más, todos los grupos animalistas vamos a estar en contra”.
Para Marcelino Laínez “es una ley con muchos vacíos, prácticamente para mascotas, Y que, en algunos casos, como es el tema de los perros, baja el listón de lo que ya había antes en algunas comunidades autónomas”.
Los dos problemas clave
Como conclusión sobre este debate, Fátima González explica que, en su opinión, la ley presenta
dos problemas clave: "Uno, que todos los perros son iguales, y dos, que nadie ha dicho cómo van a regular y controlar estos cambios. La ley prohíbe y regula, pero ¿quién lo controla?"