En los últimos meses se ha extendido un pensamiento ampliamente compartido entre la ciudadanía de que los SINDICATOS además de no cumplir con el papel que se supone le corresponden, se encuentran atrapados en un juego de favores con el poder político. Cuando de los sindicatos se habla, no todas las personas tienen conciencia de que se refieren a los dos grandes sindicatos oficiales de este país, CCOO y UGT. Los profesionales de los medios de comunicación saben por experiencia que es muy raro que aparezcan otras siglas, aunque la noticia la generen otros sindicatos distintos a estos.
Durante treinta años se ha silenciado la existencia de otras organizaciones sindicales diferentes a las autodenominadas “mayoritarias”. Sin embargo existen y cada vez más salen a la esfera pública, porque cuentan con la confianza de miles de trabajadoras y trabajadores que se han ido cansando de no ver sus intereses defendidos por el sindicalismo oficial. La transición requirió de un pacto entre políticos donde se le adjudicó el papel de sindicato vertical a estas dos empresas sindicales, que monopolizaron el uso de las instalaciones del antiguo aparato sindical del régimen y otras dependencias del partido único del movimiento nacional.
Han pasado treinta años de apoyos económicos y de otro tipo desde el poder establecido, de forma que ahora cuando nos encontramos inmersos en un pozo que se antoja muy profundo, pocas voluntades confían en esas estructuras que mucho tienen que ver con empresas de servicios y poco con la acción sindical reivindicativa y de futuro. Otras organizaciones sindicales han ido recogiendo ese anhelo de cambio y cuando es posible que las trabajadoras y trabajadores les muestren su apoyo electoral, entonces el aparato de quienes temen perder el monopolio de la representatividad arremete contra las nuevas candidaturas, amedrentando a quienes libre y voluntariamente desean ver nuevas gentes, más libres, en la briega por consolidar los derechos sociales y sindicales que ahora se les arrebatan. Las maniobras llenas de triquiñuelas legales, sirven para excluir de los procesos electorales a los oponentes, que sin duda ya les han arrebatado la confianza de los compañeros y compañeras en sus empresas.
El boicot, la difamación y la mentira son armas que emplean a diario en su vano intento de frenar una descomposición irremediable. Porque la clase trabajadora de este País ya sabe quién es quién. Los propios afiliados y las afiliadas a estas empresas sindicales van asistiendo incrédulas al conjunto de actuaciones desleales e ilegítimas de los que se denominan sus representantes. ¡Quien pretendió echar un yugo sobre el cuello de esta raza! En tiempos críticos hay que tomar radicales decisiones. Sólo un sindicalismo libre de favores y orientado clara y exclusivamente por el interés general ayudará a salir de esta hecatombe.
Desde CGT se sigue buscando el encuentro de todas las organizaciones sindicales, para juntas arremeter contra la barbarie de los Mercados, ya que gobierno se ha confabulado con ellos.
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Sindicalismo en tiempos críticos
Rafael Fenoy Rico es secretario de Jurídica y Comunicación CGT en el Campo de Gibraltar.
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