En el corazón del enigmático Delta del Paraná, en Argentina, se encuentra un fenómeno tan asombroso como desconcertante. Allí, oculto entre la vasta red de ríos y vegetación, un círculo perfecto parece desafiar las leyes de la naturaleza. Esta pequeña isla, conocida como El Ojo, no solo flota, sino que también gira lentamente sobre su propio eje, como si ocultara un secreto que se niega a revelar.
A primera vista, El Ojo podría parecer un simple capricho de la geografía. Pero a medida que los ojos de la ciencia y la curiosidad se posan sobre ella, las preguntas se multiplican. ¿Qué fuerza invisible le da movimiento? ¿Por qué su forma es tan impecablemente circular? Y lo más intrigante de todo: ¿cómo ha mantenido estas características durante tanto tiempo?
Este misterioso círculo, de aproximadamente 118 metros de diámetro, no se parece a nada conocido. Rodeado por un lago de aguas cristalinas, se mueve con una precisión que ha dejado perplejos a expertos de todo el mundo. Ni las corrientes, ni el viento, ni la sedimentación parecen explicar su giro continuo, y cuanto más se investiga, más difícil resulta encontrar respuestas.
Desde su descubrimiento, El Ojo ha sido objeto de numerosas teorías. Algunos científicos plantean que podrían existir corrientes subterráneas generando el movimiento, mientras que otros sugieren que podría deberse a actividad geológica en las profundidades del lecho del lago. También se han propuesto hipótesis meteorológicas, como microvórtices o corrientes térmicas. Por supuesto, no faltan las ideas más osadas que hablan de fenómenos paranormales o fuerzas inexplicables, alimentando aún más el misterio que rodea a este lugar.
Lo que resulta aún más fascinante es que El Ojo no es accesible con facilidad. Rodeada de terrenos inhóspitos y pantanosos, llegar hasta ella ha sido un desafío que solo unos pocos exploradores y científicos han logrado superar. Sin embargo, gracias a imágenes por satélite, su peculiar forma y comportamiento han podido ser estudiados a distancia, alimentando un interés creciente en desentrañar su origen.
A pesar de los esfuerzos realizados hasta ahora, El Ojo sigue guardando su secreto. Equipos científicos han iniciado campañas de financiación colectiva para poder realizar nuevas expediciones y estudios más detallados. Su objetivo no es solo resolver el enigma, sino también comprender qué puede enseñarnos sobre los misterios aún ocultos en nuestro planeta.
