La política del miedo se ha instaurado en Jerez y si no lo remediamos a tiempo, se acabará acomodando y ya no habrá quien le pare los pies. Esta ciudad viene soportando situaciones no deseadas por nadie desde hace ya demasiado tiempo. Más incluso del que algunos se empeñan en hacernos creer. La situación por la que pasa este Ayuntamiento no es nueva, ni mucho menos, y por desgracia no tiene fácil solución. Podemos estar más o menos contentos de lo que quienes nos han gobernado hasta ahora hayan hecho o dejado de hacer. Podemos involucrarnos más o podemos involucrarnos menos en ello. Pero lo que no podemos permitir es que se nos fuerce a agachar la cabeza con amenazas y/o intimidaciones, creando un clima de temor a las represalias que los que dirigen esta ciudad puedan tomar si abrimos la boca para quejarnos. El miedo a las represalias recuerda a tiempos ya pasados que a nadie le gusta recordar. A nadie, excepto a los que no tienen nada que temer y que de hecho, se alimentan de dicho miedo. No recuerdo que en gobiernos anteriores a éste que tenemos se haya privado a nadie de su legitimidad para reclamar derechos que les corresponden. No recuerdo que en gobiernos anteriores se haya sancionado o denunciado a nadie por ello. Y por supuesto, no recuerdo que en gobiernos anteriores se haya tratado a nadie por debajo del nivel que le corresponde como persona. La situación que vive esta ciudad, repito, no es nueva, pero sí las formas. Las formas que toman los que ostentan el poder y que demasiado pronto olvidan quienes se lo dieron. Las formas que están habituados a emplear estos que gustan de diferenciar entre ricos y pobres, entre estar arriba o abajo, delante o detrás… Las formas que, como un martillo pilón, pretenden subyugarnos hasta que acabemos suplicando lo que en realidad son nuestros derechos y que como tales, estamos legitimados para exigir. Las mismas formas, por cierto, que utiliza un maltratador para diezmar la moral de su pareja, hasta que esta acabe comiendo de la palma de su mano y renuncie por temor a toda réplica. Así funciona la política del miedo. Y no es nueva, ni mucho menos. Y después de mucho tiempo, aquel que recordamos como el de los señoritos… después de mucho, mucho tiempo, ha vuelto a nuestra ciudad. Y si no lo remediamos a tiempo, se acabará acomodando y ya no habrá quien le pare los pies…
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