Les confieso que no es santo, y mucho menos de mi devoción, el magistrado estrella de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, que se ve últimamente (aunque los hechos ahora trascendidos al parecer ser remontan al periodo 2004-2005) envuelto en unas presuntas irregularidades de carácter disciplinario-económica, por quítame allí esas pajas que algunas voces autorizadas andan cifrando en torno a unos 160.000 euros aproximadamente por su viaje y estancia al Centro Rey Juan Carlos I de Nueva York, donde coordinó y moderó unos coloquios bajo el sugerente título de Diálogos Transatlánticos y Seguridad Jurídica, todo una propuesta científica de altura que a buen seguro está permitiendo a su señoría instruir las causas que le encomiendan con una seriedad y rigurosidad que ya quisieran muchos jueces de este país. Ver para creer...
Pues bien un juez que al parecer, según informaciones recientemente publicadas, tiene atrasada la tramitación de los asuntos a él encomendados en su juzgado de manera preocupante, a buen seguro que pasaría completamente desapercibido como muchos de sus compañeros que se encuentran en su misma situación, si no tuviera en definitiva tanto afán de protagonismo y necesidad de focos y alcachofas para subsistir.
Pero claro, después de toda la vorágine cazadora de los últimos días y sus últimos autos con respecto a los miembros del partido mayoritario de la oposición, rara se nos hace ahora esta filtración –para muchos extemporánea– que no viene sino a sembrar serias dudas acerca de la verdadera utilidad e intención de esta deslizada información. ¿Cuáles son los mecanismos de control del Consejo General del Poder Judicial en esta materia, con lo que está cayendo a jueces y magistrados en los últimos tiempos? ¿Qué hay de verdad en todo esto acerca de que muchos magistrados se lucran indebidamente (muchas veces en dinero negro, o subsahariano, como dice con gracejo un amigo mío) haciendo bolos impartiendo conferencias a diestro y siniestro por todo lo ancho de nuestra geografía patria? ¿Por qué a estas alturas de vida aparece esto, si los hechos al parecer se remontan al año 2004 ó 2005? ¿Hay caza de brujas con el magistrado por haberse visto envuelto en la famosa cacería con el ex ministro Bermejo? ¿Algún sector del partido socialista ha enarbolado la bandera de la vendetta? ¿No se está echando, en definitiva, el Tribunal Supremo piedras contra su tejado teniendo en cuenta que el presidente del Supremo es a su vez el presidente del Consejo General del Poder Judicial? ¿Hay alguna maniobra de trasfondo político en todo esto para acabar con el protagonismo acentuado en los últimos tiempos que ha adquirido el juez Garzón y que se vería finalmente completado tras haber anunciado su candidatura a presidir la Audiencia Nacional?
Según el magistrado Varela (ponente de la resolución por la que se deduce testimonio para averiguar las anteriores circunstancias) “no puede ignorarse que las instancias del querellado –Garzón– al Consejo del Poder Judicial no comunicaron la percepción de sueldo a través de nómina, limitándose a hacer referencia a sufragio de gastos”. Y que las cantidades percibidas “pudieran exceder de los límites fijados en la ley para el supuesto de actividades autorizadas para su compatibilidad con el cargo que el juez desempeña, incluso dando por supuesto que la licencia conllevase implícita tal compatibilidad”.
Mientras que la justicia siga altamente politizada y repartida a su conveniencia por los partidos políticos de turno, episodios de este tipo seguirán salpicando el ejercicio de tan alta y noble profesión. Y mientras, en la calle, la gente asqueada de tanta mentira tan burdamente silenciada tras esas puñetas inmaculadas y esos escudos relucientes. ¡Quosque tandem abutere patientia nostra!
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