Este país nuestro, tan visceral y tan apasionado, desde tiempos inmemoriales acostumbra a codearse con situaciones violentas, que incluso muchas de ellas quedan convertidas en espectáculo. Un pueblo que se enorgullece de haber sufrido asedios que acabaron en autoinmolaciones, como los casos de Sagunto y Numancia, cuyos guerreros eran famosos por su ferocidad y falta de escrúpulos, de los que se da fe desde los tiempos de la conquista romana y que, en los mayores años de esplendor, llevaban a gala ser los más sanguinarios y a su vez los más intrépidos, como los tristemente célebres Tercios de Flandes, si bien muchos de estos eran mercenarios extranjeros, o las tropas imperiales de Carlos V, que tuvieron uno de sus momentos más brillantes en el salvaje saqueo de Roma en 1527 y tantas más, no es de extrañar que aunque solo sea por seguir la bárbara tradición, mantengan salvajadas atávicas que no dejan de producir escalofríos en quien lo descubre. Desgraciadamente el resto, parece que estamos acostumbrados.
Así se explica que el Santo Patrón del Santo País suele ir acompañado de un incómodo sobrenombre que parece no molestarnos excesivamente: Santiago Matamoros. Qué nos va a extrañar si hasta hace unos días existía un pueblo español de nombre Castrillo Matajudíos (Burgos), donde hay quien defiende que realmente se produjo.
No muy lejos allí, en nombre de una tradición medieval, en Tordesillas (Valladolid) se celebra aún el Toro de la Vega. No es cuestión de explicar en qué consiste el deprimente espectáculo, de sobra conocido.
El Toro de la Vega entra dentro del conjunto de fiestas salvajes en las que los animales son tratados de forma intolerable para solaz y divertimento de los vecinos del pueblo. No olvidemos los encierros en muchos pueblos, en Fuenlabrada (Madrid) y otros muchos más las carreras se complementan con el asesinato, a palos, pinchazos o cualquier otra forma salvaje, del animal; otra, la conocida y frecuente diversión de tirar la cabra desde lo alto del campanario; otra, los gallos colgados de un cable, en los que hay quienes se cuelgan hasta que se parte el cuello. ¿Para qué seguir? Si alguien desea más información ahí van dos enlaces. http://www.thinkfuture.es/archives/2605 http://www.liberaong.org/nota_explotacion.php?id=31
En este país donde se asentaron pueblos bárbaros que dieron nombre a una forma peyorativa del concepto (No olviden que los vándalos fueron uno de ellos). Un país que, cuando su nivel futbolístico no daba para más, se consolaba con que no faltara “La Furía Española”; un país que llegó a tener como lema “Vivan las Caenas”; un país que hizo famosa la salvaje Inquisición y que no tenía problema alguno en denunciar a los falsos conversos (y no tan falsos), sabiendo los métodos que se utilizaban.
A lo largo de tantos años solo hay noticias de que, ¡asómbrense!, entre 1966 y 1970 Franco prohibió la muerte del toro, suprimiendo la parte del alanceamiento. Eso sí, ya en plena democracia, en 1980, la Secretaría de Turismo declaró El Toro de la Vega fiesta de interés turístico. Tampoco es que muchos países estén muy de acuerdo; aquellos a quienes tanto caso hacemos en otras cosas, no están por la labor: Alemania, Reino Unido, EEUU y Francia lo consideran “Truculento, sangriento e innecesario”
Todo esto en nombre de una tradición como argumento lapidario ¿Sirven las tradiciones para justificar cualquier cosa?. Por el mismo motivo se puede justificar el derecho de pernada o las tradiciones musulmanas de lapidar a las “adúlteras” o la ablación del clítoris. Alguien dijo que las tradiciones no son necesariamente recomendables; para algo más avanza el mundo.
El Toro de la Vega de 2014 nos ha traído la polémica y también la violencia, pero en lugar de lamentar los sucesos esto ha servido para que los defensores de la brutalidad se reafirmen en su postura, sintiéndose molestos porque alguien les afee su conducta, aparte de agredir a los animalistas que se manifestaban contra esto. También su acalde socialista ha defendido a capa y espada a sus vecinos. Otra ha sido la inoportuna intervención de Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE, en “Sálvame” para contradecir al presentador, aunque al día siguiente dejó claro que no iba contra las Corridas de Toros.
En esto la sociedad toma partido. No puede extrañar que los toreros vallisoletanos defiendan El Toro de la Vega, tampoco están tan lejos. A mí personalmente me gusta más la postura de Arturo Pérez Reverte, reconocido defensor de los animales, que ha planteado la campaña “No pares en Tordesillas” como respuesta y que animo a secundar.
Para mostrar apoyo a quienes defienden la abolición de esta fiesta PACMA está recogiendo firmas en este enlace www.rompeunalanza.com/firma.