Glorieso regreso a la Ermita de la Virgen del Valle Coronada
Jerez arropó a la Hermandad del Cristo es una buena organización del retorno a casa
Cuando los hermanos del Cristo prepararon la procesión de regreso de la Virgen del Valle Coronada a San Telmo, le otorgaron el calificativo de gloriosa y posiblemente se quedaron cortos. El regreso a la ermita el sábado sería difícil de calificar porque nunca antes en la memoria de los que estuvimos allí habíamos presenciado en Jerez tal desembarco de personas ansiosas por disfrutar del paso de la Virgen del Valle Coronada. Desde la cinco, momento en que la Virgen abandonó la catedral, el gentío la quiso arropar para que Ella no se sintiera sola hasta que por fin llegara junto a su Hijo, el Cristo de la Expiración. Se vivieron momentos difíciles de contar y que siempre perdurarán no sólo en las retinas de sus hermanos, sino en las de todos los cofrades de la ciudad. Especial fue la llegada ante la primera Virgen jerezana en ser coronada, la del Carmen. Con los sones de la genial marcha compuesta por el teniente coronel Abel Moreno, la soberbia cuadrilla que comanda Paco Yesa encaró la basílica antes de rendir pleitesía a la que es Reina del Carmelo. Tras la salve marinera, en la pequeña plaza se tocó el cielo. El instante fue insuperable, el coro cantando el himno de la coronación y Jerez acompañando el cantar mientras el paso de palio giraba poco a poco sobre los pies. De allí a la plaza de la Asunción, donde la Virgen del Valle Coronada, recibiría el homenaje del pueblo de Jerez de mano de su Ayuntamiento, que entregaría el pergamino que conmemora la Coronación Canónica. Una auténtica lluvia de flores la despidió del Consistorio y a su vez serviría como antesala del homenaje de las cofradías jerezanas. Todas rindieron sus honores a la Virgen del Valle Coronada, destacando la presencia de la hermandad de la Amargura con un cortejo presidido por el Simpecado con cuatro faroles, las dos banderas concepcionistas, el guión con cuatro varas y un nutrido grupo de hermanos con cirios. Se plantaron ante el paso de la Virgen con el simpecado y entonaron con su hermano mayor a la cabeza el Salve Regina a la Virgen Coronada.
¿Qué quieren que les cuente a partir de ahí? El sábado el Campillo era la plaza del Arenal y la Hoyanca, la mismísima Corredera. Nunca antes, el barrio había llevado a su Virgen en volandas como ese día. La entrada en la Cruz Vieja cruzando el arco que era pórtico del barrio, el saludo a la estampa del Cristo, las constantes saetas y las alfombras de sal nos trasladaron a imágenes de un Viernes Santo sin duelos, a un Viernes Santo de Gloria en pleno mes de noviembre. En ese punto la Virgen ya estaba en casa, le estaba esperando el Cristo.
Cuando el último varal cruzó el dintel de la puerta, la Virgen del valle Coronada abandonaba dos semanas de ausencia de su casa. Si alguien duda de la capacidad de organización y de trabajo de esta hermanad, que como hemos indicado en los últimos tiempos, está plenamente viva, que se fije en cómo arropó a su Virgen en el camino de vuelta. Y para que no duden más, cumplieron sobradamente con el horario establecido, porque se guardaron una carta en la manga, tenían más tiempo concedido del que dijeron... y les sobró media hora.
Con el recuerdo del traslado a Santo Domingo, la llegada a la catedral, el triduo y el pontifical, desde este medio solo hemos querido informar de uno de los más grandes acontecimientos cofrades de la reciente historia de la ciudad y queremos dejar constancia que ya somos muchos los que soñamos con las bodas de plata de la coronación del Valle Coronada. ¡Qué Ella permita que podamos celebrarlas juntos!
¿Qué quieren que les cuente a partir de ahí? El sábado el Campillo era la plaza del Arenal y la Hoyanca, la mismísima Corredera. Nunca antes, el barrio había llevado a su Virgen en volandas como ese día. La entrada en la Cruz Vieja cruzando el arco que era pórtico del barrio, el saludo a la estampa del Cristo, las constantes saetas y las alfombras de sal nos trasladaron a imágenes de un Viernes Santo sin duelos, a un Viernes Santo de Gloria en pleno mes de noviembre. En ese punto la Virgen ya estaba en casa, le estaba esperando el Cristo.
Cuando el último varal cruzó el dintel de la puerta, la Virgen del valle Coronada abandonaba dos semanas de ausencia de su casa. Si alguien duda de la capacidad de organización y de trabajo de esta hermanad, que como hemos indicado en los últimos tiempos, está plenamente viva, que se fije en cómo arropó a su Virgen en el camino de vuelta. Y para que no duden más, cumplieron sobradamente con el horario establecido, porque se guardaron una carta en la manga, tenían más tiempo concedido del que dijeron... y les sobró media hora.
Con el recuerdo del traslado a Santo Domingo, la llegada a la catedral, el triduo y el pontifical, desde este medio solo hemos querido informar de uno de los más grandes acontecimientos cofrades de la reciente historia de la ciudad y queremos dejar constancia que ya somos muchos los que soñamos con las bodas de plata de la coronación del Valle Coronada. ¡Qué Ella permita que podamos celebrarlas juntos!
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