El suizo Roger Federer, ganador de Wimbledon, generó más páginas en la historia del tenis al sumar su decimoquinto título en un Grand Slam, con su victoria épica ante Andy Roddick en 5 sets, y con lo que supera el récord que compartía con Pete Sampras.
El helvético completó el círculo de grandes el pasado mes cuando se proclamó vencedor de Roland Garros al vencer en la final ante el sueco Robin Soderling, verdugo del español Rafa Nadal en octavos del Abierto de París.
Hasta ahora, Federer igualaba la marca del estadounidense Pete Sampras con 14 trofeos en Grand Slam.
Cuarenta y seis semanas después de ser derrocado del número uno del circuito por el español Rafael Nadal, el suizo Roger Federer volvió a la cima mundial tras reconquistar Wimbledon, sumar su sexto éxito en Londres y el decimoquinto major de su carrera.
Sin Nadal en medio, todo ha sido más fácil para el helvético, considerado ya como la mejor raqueta de la historia. Con una hoja de servicios fuera del alcance de las grandes leyendas de este deporte. Sesenta títulos. Quince en las veinte finales de Grand Slam, siete seguidas en Wimbledon.
Números que dejan atrás al estadounidense de origen checo Ivan Lendl, que jugó diecinueve, y del estadounidense Pete Sampras, que disputó dieciocho para conquistar los catorce grandes con los que completó su carrera.
La tendinitis que ha apartado de la lucha al jugador español ha sosegado a Federer, con vía libre para dar alcance a los mitos, rebasar registros y regresar a las alturas del ránking mundial, un retorno al margen de su perspectiva con el balear en acción.
El partido
Al tenis medido, controlado, elegante y que generalmente roza la perfección del helvético le faltó, algo de precisión en la que fue su tercera final contra un Roddick castigador en el templo del All England Club.
El de Nebraska se sacó de la manga el factor sorpresa, además de un saque arrollador, demoledor, asesino. Se anotó el primer set por 7-5 en una contundente réplica a los que osaron tacharle de la Catedral en tres raquetazos de Federer.
En desventaja numérica, el segundo parcial se convertía en otro pulso peliagudo para un Federer que se negaba a perder los nervios. Mucho "rally" y jugadas desde la línea de fondo en un parcial que duró 44 minutos, 5 más que el anterior.
El sexto favorito, que en todo el partido cometió 38 errores no forzados (Roddick hizo 33) casi tocaba el 80 por ciento de eficiencia con un saque demoledor.
Fue un set de vértigo en el que hubo que forzar el tie-break. Y aquí Federer desplegó todos sus recursos. ¿Alguien dijo que reescribir la historia fuera coser y cantar?
Eso sí, al campeón de Roland Garros le ayudaron, y mucho, las negligencias de su oponente. Roddick llegó a tener una suculenta ventaja por 5-1, en la que desaprovechó un punto de set al enviar, para incredulidad, horror y asombro de las gradas, una volea fácil al otro lado de la pista. Un error garrafal y, quizá, determinante.
Tras la recuperación épica del suizo, el tercer parcial volvió a ser un duelo encarnizado en el que ninguno regalaba nada. Se resolvió en un tie-break que ganó con relativa comodidad Federer por 7-6 (5).
A Roddick le tocaba apretar. Y lo hizo en el cuarto. De dos ocasiones de rotura que tuvo, rompió a Federer (en el 3-1) para llegar a ponerse 4-1 y llevarse esta manga por 6-3.
El quinto parcial fue de locura. Hicieron falta 95 minutos para poner el punto definitivo a una final que cuenta con el mayor número de juegos (30) en su último set.
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