Muchas veces el patrimonio histórico y cultural no se compone de bienes que resulten imponentes a la vista o, incluso, ni tan siquiera son visibles o tangibles. El concepto de patrimonio histórico y cultural es muy amplio y se podría considerar como tal desde el paisaje en el que se desarrolló determinada batalla, hasta la canción popular de cierta festividad.
En lo referente a los bienes inmuebles pues, como decía, no siempre son elementos o edificios artísticamente bellos o especialmente imponentes. Un ejemplo cercano está en los restos arqueológicos que, en muchas ocasiones, si no están debidamente explicados con algún tipo de soporte, para poder ser comprendidos por el posible interesado, no resultan en absoluto atractivos.
Esta introducción viene a cuento porque el otro día, en el marco de una actividad cultural, tuve la oportunidad de conocer al presidente de la Asociación de Vecinos “Puerta de Martos” y, en la breve conversación que pudimos mantener, intuí el interés de este dirigente vecinal por la puesta en valor de unos restos arqueológicos que dicho colectivo custodia, como oro en paño, en las dependencias municipales en las que tienen su sede. Hablo de la Puerta de Martos, antigua puerta de la muralla de Jaén que da nombre a ese barrio.
La toponimia, especialmente en los conjuntos históricos y cascos antiguos, nos puede indicar, como es el caso de la Calle Puerta de Martos, la ubicación, en la antigüedad, de ciertos espacios de la ciudad: hornos, lavaderos, puertas y portillos, etc. Tal fue el caso de la Calle Puerta de Martos, en la que en el año 2002 y en el marco del Plan Urban I, se realizó una excavación arqueológica en un solar que iba a ser destinado a plaza pública y, bajo el cual, se encontraron los restos de esa primitiva puerta de la muralla de Jaén, derribada en el año 1866 por su estado ruinoso. Dicha puerta daba inicio al camino que iba en dirección a Martos (de ahí su nombre).
Los restos de la Puerta de Martos se ubican en dicha calle, bajo la plaza aledaña al Centro de Barrio y, si bien es cierto que no es un monumento de imponente belleza, también lo es que son unos restos arqueológicos históricamente valiosos y con suficiente interés como para que, de alguna forma, las gentes de Jaén y los habitantes de ese barrio sepan de su existencia y tengan la oportunidad de conocerlos y, lo que es más importante, comprenderlos. Es por eso que, desde aquí, animo a esa asociación de vecinos a seguir en ese empeño.