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De cuando se mama el oficio costalero

La tradición familiar y la fe, claves de la vida en hermandad de Juan Manuel Pavón, último exaltador del Pregón del Costalero

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  • El pregonero en plena faena. -

El hermano del Perdón Juan Manuel Pavón Albertos, hijo de quien fuera hermano mayor de la cofradía, Pepe Pavón, pronunció el pasado fin de semana la vigésimo primera edición del Pregón del Costalero al objeto de exaltar esta figura tan íntimamente ligada a los desfiles penitenciales.

El acto tuvo lugar en la Basílica Menor de Santa María de la Asunción. Tras las cariñosas palabras de su presentador, con el que comparte trabajaderas como costalero, el pregonero se dirigió al público, autoridades y cofrades, para no mostrarse merecedor de los halagos de su presentador en un ejercicio de humildad. A partir de ahí describió la dura tarea del costalero debajo del paso.

Juan Manuel Pavón agradeció el ofrecimiento de la hermandad del Prendimiento para este pregón, así como la intervención del organista Ángel Hortas que ilustró el acto con su música.

“Pero toda historia tiene su principio y el mío fue con pocos años”, explicaba para justificar sus raíces, para tener un emocionado recuerdo a su padre y a los días de ensayo por los alrededores de la plaza del Cabildo, sus primeras chicotás y, con tan solo tres años, descubrir qué es ser costalero.

El pregonero se refirió al amor de la Madre, en su caso María Santísima de la Piedad como un vínculo que consuela penas. “De jugar con una pequeña molía en la cama de un hospital ese niño fue creciendo...”, recordando así el trágico episodio que vivió en sus primeros años de vida.

“Atento costalero porque el llamador va a sonar, vente conmigo a  un ensayo que, gustoso, te explicaré cómo se  hace la molía o el costal. Y a ti papá, que siempre serás mi eterno capataz, dame tu voz con la que pregonar el sentimiento del costalero dando una chicotá. ¡Qué más da si eres corriente o fijador, que no hay mayor suerte que la de ser costalero, costalero por la gracia de Dios”. Entre vivencias, anécdotas y reflexiones, el Pregón del Costalero fue avanzando a golpe de órgano.

Asimismo, tuvo palabras para la pandemia, aquella que fácilmente se olvida pero que obligó a las hermandades a quedarse en el templo. “Este tipo de vivencias y anécdotas hace que me sienta orgullo de ser costalero”, explicaba como un hecho evangelizador, el de acercar las sagradas imágenes a los hogares de Arcos.

Además, el pregonero recaló en su particular admiración por la Virgen de La Esperanza de Jerez, de la que también es costalero.

Aquel niño que jugaba con la molía, hoy siente el peso de llevar a Cristo y a su Madre. Después de doce años bajo el paso, dijo seguir alentado por la ilusión y por el “timón” de su vida que nos es otro que su hermandad y sus sagrados titulares. “Aquí quiero terminar lo que comencé hace 29 años, cuando jugaba a ser costalero del Perdón y la Piedad, porque no hay mayor verdad que abrir la ventana cada Miércoles Santo y ver que el sueño se hizo realidad. Poco a poco, que la puerta hay que salvar, que el pueblo de Arcos no tenga prisas porque el Perdón va a llegar...”.

Proyectando así la imagen de un Miércoles Santo en Arcos el pregonero terminó su sentida exaltación cristiana que fue recompensada con la admiración de los presentes, un fuerte aplauso y el reconocimiento del público. En representación del Ayuntamiento asistió al acto el delegado Jesús Rojas, y Miguel Ángel Roldán como presidente del Consejo, entre los numerosos cofrades asistentes.

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