`POR MIGUEL ÁNGEL RINCÓN
José María Toro Gómez, natural de Arcos de la Frontera, creció en el bellísimo barrio de San Pedro, donde conoció el apego a la familia, los juegos en las empedradas calles, la amistad sincera entre iguales y el poder de la palabra. La cultura y, en concreto, la poesía, rebosa en Arcos como el agua cristalina en las fuentes; así, José María, bebió y saboreó la poética de las grandes plumas arcenses.
Se licenció en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad de Sevilla. Ha sido profesor de Filosofía y Psicología en Bachillerato, en el IES Carlos III de Prado del Rey. Este curso se ha jubilado, aunque yo creo que un profesor nunca se jubila del todo. Cuando la devoción se convierte en oficio, uno más que trabajar, disfruta, y prueba de ello es que José María Toro, además de impartir clase, ha participado en varios programas, proyectos y planes educativos, como el de Igualdad de Género. También ha colaborado en la organización del Café Filosófico fuera del aula, con la intención de recuperar el sentido de la Filosofía como actividad de sabiduría práctica para la vida. Antes de hacerle esta entrevista, le pregunté a algunos de sus antiguos compañeros docentes del IES Carlos III por nuestro protagonista, y todas las respuestas fueron similares: “José María Toro es una buena persona, afable, cordial, cercano en el trato, comprometido con su trabajo y muy querido por todo su alumnado”. Es evidente que lo echan de menos.
Hace un par de semanas presentó “Al compás de la palabra” en el Espacio Cultural José Hinojo de la localidad de Prado del Rey, y este viernes lo presenta en su pueblo, en el Palacio del Mayorazgo, acompañado por Mario Toro y Antonio Aguayo. Aquí les dejo esta sucesión de preguntas y respuestas sobre su vida y obra.
¿Cómo se ve el mundo desde los ojos de un niño del barrio de San Pedro?
Cuando era un niño, el barrio de San Pedro era mi mundo. Eran otros tiempos, en los que el barrio te ofrecía casi de todo: familia, amistad, tiendas, juegos de calle, aventuras y cultura, entre otras muchas cosas. Ahora, este niño mira su barrio y no lo conoce. Pero, eran otros tiempos. Y, todo cambia. Ese niño mira al mundo y lo percibe contradictorio: globalizado, pero al mismo tiempo individualizado. Nota que el mundo de la comunicación y el de la efectividad está evolucionado vertiginosamente hacia una conexión con algo y casi nunca con alguien, como dice Andrea Marcolongo en su libro La lengua de los dioses.
Descubrir la poesía, su belleza, su poder expresivo, es siempre un despertar a la vida, ¿cómo lo recuerda usted?
El lenguaje poético lo descubrí en mi adolescencia como un medio para expresar y comunicar mis emociones, sentimientos y experiencias. Encontré en la poesía una forma de desahogo, de terapia ante aquello que acontecía. Al mismo tiempo, juguetear con el verso me divertía, y me sigue divirtiendo.
¿Qué caminos le llevaron a decidir estudiar filosofía?
Descubrí la filosofía en el Bachillerato y recuerdo con mucho cariño los interesantes debates de clase. Me cautivó el saber filosófico por sus preguntas y sus respuestas nunca definitivas, pero siempre orientativas para la vida. Creo que, desde muy jovencito, sin saberlo, me he sentido atraído por la filosofía, su dimensión crítica y reflexiva.
En estos tiempos (llamémosles, como mínimo, complicados) en los que vivimos, ¿puede la filosofía aplicarse a la vida cotidiana?
La filosofía debe tener una finalidad práctica. En sus inicios se entendía como una filosofía para la vida, como el arte para ser feliz, porque nos ayuda a vivir mejor. Es cierto que la filosofía, a lo largo del tiempo, ha perdido su conexión con lo vital, convirtiéndose en una disciplina académica demasiado ligada a lo teórico. Sin embargo, está retomando su sentido originario, como actividad para la vida. Hoy más que nunca se necesita la filosofía crítica, una racionalidad crítica que nos construya como seres humanos libres.
“Al compás de la palabra” es su primer poemario. Los versos que contiene el libro están escritos en diferentes etapas de su vida, desde la adolescencia hasta la actualidad, ¿por qué se decide a publicarlos ahora?
Como he comentado anteriormente, la poesía me acompaña desde la adolescencia. Pero siempre desde la intimidad. Considero que mi poesía es muy íntima, muy personal. Esta circunstancia ha supuesto una barrera para ofrecerla a los demás. También es cierto que, en los últimos años, mis poemas han evolucionado temáticamente, buscando expresar y comunicar mis pensamientos, además de mis emociones y sentimientos. Así que, animado por la familia, amigos y amigas, me lancé al mundo editorial para publicar mi primer libro, el poemario Al compás de la palabra.
Sin conocerle, y a riesgo de equivocarme, me atrevería a asegurar que tanto Machado como Zambrano le han influenciado, de algún modo, a la hora de entender y componer su poesía, pero seguro hay más nombres, ¿nos puede decir algunos?
Sobre todo, María Zambrano y su razón poética, en la que plantea un vínculo entre filosofía y poesía, algo que caracteriza a mi poemario. Aunque Machado siempre está presente. Por otra parte, es difícil señalar algunos nombres y dejar otros. Pero, sin pensarlo mucho, desde la perspectiva filosófica destacaría los pensadores estoicos (Epicteto, Marco Aurelio y Séneca) y Nietzsche. En poesía: Miguel Hernández y Mario Benedetti.
Está usted recién jubilado, seguramente ronden ya por su cabeza nuevos proyectos para llevar a cabo, ahora que tiene más tiempo libre. ¿Puede adelantarnos algo sobre ellos?
Mi intención es continuar con la poesía, enlazando viejos y nuevos poemas. Pero, por el momento, quiero disfrutar de este primer libro que ha tardado en llegar.
Ha sido un placer entablar esta conversación, aun en la distancia, para plasmarla en negro sobre blanco en nuestro querido semanario arcense. Muchas gracias por su amabilidad.
Muchas gracias a vosotros por esta oportunidad y por dar a conocer mi poemario con el que estoy muy ilusionado.