El Museo de la Cal de Morón ha vuelto a colaborar con la Escuela de Patrimonio Histórico de Nájera (La Rioja), perteneciente al Instituto del Patrimonio Cultural de España (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte). En esta ocasión se ha encargado, a través de la dirección de Manuel Gil, de la impartición de un curso de Construcción de Techumbres Vegetales, que se ha llevado a cabo en la Escuela de Patrimonio Histórico de Nájera del 19 al 23 de junio.
El curso, en el que se ha dado a conocer las propiedades de estas técnicas constructivas, sus aplicaciones y la preparación para su puesta en obra, ha sido impartido por el maestro chocero Antonio Saborido ‘Gandano’, de Arcos. El curso estaba dirigido a arquitectos, arquitectos técnicos, especialistas en la edificación, restauradores, profesionales de la construcción y personas interesadas por la construcción ecológica y sostenible; y el alumnado participante ha sido de casi todas las comunidades españolas y de Portugal . También ha contado con la colaboración de María Pía Timón Tiemblo, del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), Gema Carrera Díaz y Aniceto Delgado Méndez, del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH).
Una vez más, el Museo de la Cal de Morón es el responsable de este curso y sigue trabajando, tanto a nivel local, nacional e internacional, para recuperar los oficios en peligro de extinción y olvido. Trabajos y oficios que fueron esencia de la vida cotidiana durante siglos y siglos.
Un modelo basado en el respeto por la historia
Cuando se abandonan estos oficios con ellos se pierde un saber y un conocimiento ancestral, una cultura que ya muy pocos artesanos conservan en sus manos, entre ellos el arcense Antonio ‘Gandano’. Tanto los oficios tradicionales, como la expresión artística y la observación de la naturaleza nos proporcionan unas pautas muy válidas para una construcción de calidad y de muy bajo impacto ambiental.
El ‘humilde’ chozo
El chozo es una construcción arquitectónica que a lo largo de los años ha dado respuesta a las necesidades del pueblo creando unos modelos originales en razón de su experiencia histórica y cultural. La choza en nuestro entorno ha pasado de ser una estancia para el ganado a una vivienda con unas calidades y cualidades que nunca debieron caer en el olvido, pues entre otras la hacen fresca en verano y cálida en invierno. Estas técnicas tradicionales han alcanzado una gran belleza, por lo que son cada día más demandadas en viviendas de bioconstrucción. Las cubiertas de pastos que se construyen ahora pueden durar hasta treinta años sin mantenimiento, y cien años si las restauramos cada cierto tiempo.