Cádiz
Nobel de Química para la síntesis de moléculas orgánicas
El Nobel de Química 2010 premió a los descubridores de tres reacciones consideradas determinantes en síntesis orgánicas y que han permitido impulsar el desarrollo de nuevas medicinas y otras áreas como la agricultura o la electrónica.
La Real Academia de las Ciencias de Suecia distinguió al estadounidense Richard F. Heck y a los japoneses Ei-ichi Negishi y Akira Suzuki por sus estudios sobre “las reacciones de acoplamiento cruzado catalizadas por paladio en síntesis orgánicas”.
Se trata de una herramienta “que ha mejorado ampliamente las posibilidades de crear (compuestos) químicos sofisticados, por ejemplo moléculas basadas en el carbono tan complejas como las presentes en la propia naturaleza”, según el fallo.
Las tres reacciones tienen en común su eficiencia y una característica “única”, ya que se pueden llevar a cabo en “condiciones benignas y con precisión muy alta”.
La química orgánica es la “base de la vida”, resaltó la Academia, pero la estabilidad del carbono y el hecho de que sus átomos no reaccionen fácilmente entre sí obligan a usar agentes externos para sintetizar nuevas moléculas, de ahí la importancia de esta herramienta.
Fue la industria química alemana Wacker la primera que usó en la década de 1950 el paladio como catalizador, para transformar el etileno en acetaldehído, un compuesto usado en la síntesis de plásticos, pinturas y lacas, entre otras aplicaciones.
Animado por el creciente interés por el “proceso Wacker”, Richard F. Heck, que entonces trabajaba para una compañía química en Delaware (EEUU), empezó a emplear el paladio como catalizador.
Heck publicó en 1968 una serie de trabajos en los que mostraba cómo había logrado encadenar un anillo de átomos de carbono con otro fragmento más pequeño de carbono para obtener estireno.
Ahí estaba la base de la “reacción Heck”, fundamental para crear reacciones de átomos de carbono y que se usa en la producción de medicamentos como el antiinflamatorio naproxeno o el montelukast -contra el asma-, pero también en la industria electrónica.
Negishi desarrolló en 1977 una variante del reactivo de Grignard, uno de los más importantes en la química orgánica, sustituyendo el magnesio usado más de medio siglo antes por el físico francés por zinc, lo que resolvió los problemas de inestabilidad.
Dos años más tarde Suzuki ideó la reacción que lleva su nombre usando el boro, un activador más benigno y menos tóxico que el zinc, una ventaja en aplicaciones a gran escala.
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