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‘Secretos de un crimen’: Santosh

La mirada de la documentalista angloindia Sandhya Suri es demoledora e inclemente contra las instituciones, el machismo y el clasismo del sistema de castas

Publicado: 12/11/2024 ·
13:18
· Actualizado: 12/11/2024 · 13:18
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  • ‘Secretos de un crimen’. -

SEFF 2024, 21 Edición. Sección Oficial, ‘Secretos de un crimen’: Santosh

Publicado el noviembre 11, 2024| Deja un comentario

En el arranque de esta película, tan notable como terrible, vemos a una mujer en lágrimas corriendo y esquivando el tráfico indio, caótico y multitudinario, mientras grita en el móvil: mamá, mamá, mamá…

Se llama Santosh, como el título original de esta critica y el de ‘Secretos de un crimen’, acaba de perder a su marido y va a saber qué injusto destino le espera a una viuda en un país como la India.

Así las cosas, es informada de que pierde su casa, la relación con su hostil familia política, su estatus y de que no le queda pensión alguna por el asesinato de su marido, policía, en unos disturbios.

El jefe de éste, sin embargo, le propone una opción contemplada por la ley: «heredar» el trabajo de su cónyuge, pero «adaptado a su condición femenina». Es decir, ejercer como alguacil, junto a una superiora, en pequeñas, o grandes, trifulcas vecinales.

Pero, para su infortunio, la primera denuncia es la de un padre desesperado por la desaparición de su hija preadolescente. Y tiene que ver cómo le despachan sin miramientos. Poco después, la niña aparece en un pozo ferozmente torturada, violada y asesinada.

Por entonces, y a raiz de este crimen atroz, crece la indignación popular contra las inacción y corrupción policiales. Las calles arden y el tráfico está bloqueado, también con el pequeño cadáver, así que los llamados Cuerpos de Seguridad necesitan con urgencia encontrar un culpable.

Hay ya un presunto sospechoso, un chico muy joven que ha huído y que se mensajeaba con la víctima. Le corresponde a la protagonista investigarlo y localizarle en solitario, precisamente en la misma ciudad en la que asesinaron a su esposo. Algo que hace deteniéndolo y siendo luego secundada por su jefa y otros compañeros. A partir de ahí…

A partir de ahí, nos son mostrados los horrores sin paliativos del matonismo y las torturas sumarísimas de un stablishment de Orden Público, podrido, sobornable y cruel que, por descontado, no respeta ni los derechos humanos, ni menos aún los de las mujeres, ni la presunción de inocencia.

A partir de ahí, sin filtros, ni anestesia, nos son mostrados en carne viva la cobarde brutalidad de quienes se emplean salvajemente contra un chico esposado, intentando arrancarle una confesión y utilizarle como cabeza de turco.

A partir de ahí, la impotencia y la rabia del personaje central quien también, con las secuelas aún de la traumática pérdida de su marido, se emplea a fondo, y ferozmente, contra él. Algo que lamentará después, más aún al conocer los secretos no revelados de ese crimen.

La mirada de la documentalista angloindia Sandhya Suri, que debuta aquí en el largometraje, cuyo guion también escribe, es demoledora e inclemente contra las instituciones, contra el machismo y el clasismo del sistema de castas de su país de origen.

Una mirada implacable en unos intensos, y a veces difícilmente soportables, 125 minutos de metraje de esta coproducción entre Reino Unido, India, Alemania y Francia, fechada en el año en curso, a cuya tensión contribuyen las excelentes imágenes de Lennert Hillege y la partitura de Luisa Gerstein. Y la interpretación de una eminente Shahana Goswami.

VÉANLA.

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