Las obras de restauración del coro de la iglesia conventual de San Pablo han desvelado la que se tiene como la primera bóveda rellena con desechos de alfarería en la ciudad de Córdoba en el siglo XX, una técnica muy utilizada y documentada en otros lugares de Andalucía, como Sevilla, donde para el relleno de las bóvedas de su Catedral se adquiría la loza quebrada a los alfareros de Triana.
En la misma ciudad esta técnica ya había sido datada siglos antes, en el Convento de Santa Clara, construido entre los siglos XVI y XVII, y en la antigua iglesia de Santo Domingo de Silos, a partir del XV, actual sede del Archivo Histórico Provincial, mientras que en la provincia lo fueron en el Convento de Santa Clara de Belalcázar (siglos XVI-XVII) y en el Arco del Portillo (siglos XVIII-XIX), han señalado a EFE fuentes de la Delegación Territorial de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en Córdoba.
En ninguno de estos casos se ha estudiado la alfarería encontrada para poder concretar si la actuación procede de la fecha de construcción del edificio o si se trata de una reforma posterior.
En la iglesia de San Pablo, regentada por los claretianos, uno de los templos fernandinos, los que se levantaron como consecuencia de la conquista de la ciudad por Fernando III en 1236, sí es posible determinar que se trata del XX porque es una obra que se realizó en los primeros años del siglo.
Loza quebrada
La loza quebrada ha aparecido en una "bóveda a la catalana", que no de crucería, otro de los descubrimientos que ha permitido la actuación promovida por la comunidad religiosa con recursos propios y una ayuda de la Diputación de Córdoba.
El arquitecto responsable de la actuación, Francisco Javier Vázquez Teja, ha dicho a EFE que los elementos encontrados en la nave lateral eran "seguramente de desechos de la cocción que aprovecharon y los colocaron para no tener que hacer un relleno de tierra" y evitar así "cargar en demasía esa bóveda", según ha opinado, ya que entiende que "no se fiaban de la técnica que habían utilizado" para la construcción en esa zona del coro.
"Tenía una mala calidad de ejecución. De hecho, uno de los arcos, en el que cerraba la bóveda lateral, la dovela inicial estaba hecha no de piedra, sino de mortero", ha destacado el responsable de la actuación.
Entre los desechos cerámicos han aparecido un lebrillo, cántaros y un brocal de un pozo partidos en dos. Los elementos "más significativos", ya que la mayoría, según el arquitecto, estaban muy fracturados, han sido depositados en el Museo Arqueológico de Córdoba para su estudio. De momento, no se ha podido identificar el posible origen de estos restos.
Aunque la idea de Vázquez Teja era, en un principio, reintegrar estos elementos en la bóveda, su remisión al museo se ha hecho, del mismo modo que se llevó a cabo a principios del siglo XX cuando se le añadió el coro al templo, con "un relleno más aligerado, porque antes era tierra y ahora es de arlita, mucho más ligero". La arlita es un árido que, debidamente tratado, disminuye su densidad y gana en ligereza.
Los nervios la bóveda del crucero de la nave izquierda de la iglesia también "parecían ejecutados con elementos de desecho porque cada extradós del nervio es distinto, con lo que cual se ve que lo se había hecho es reutilizar sillares de otros contextos".
Ejecución pobre
A su juicio, en esta zona se desarrolló "una ejecución pobre", probablemente "porque no tenían medios económicos suficientes e hicieron lo que pudieron", hasta el punto que "no se entiende" que las dos bóvedas sobre las que se ha actuado estén a distinto plano.
"Hay muchas incógnitas que estamos analizando en el informe arqueológico final que se está elaborando, que dará unas conclusiones sobre esa mala ejecución que ya se ha detectado desde el principio", ha subrayado el arquitecto.
La segunda singularidad que se ha descubierto en esta bóveda lateral es que se trata de "bóveda a la catalana, hecha con doble capa de ladrillo que se sostiene por sí misma, es decir, los nervios cruceros actuaban sencillamente como apuntalamiento, con lo cual no trabajaba como tenía que ser una bóveda de nervios", aunque su construcción era deficiente.
Esta técnica fue desarrollada por el valenciano Rafael Guastavino Moreno, con la que construyó, entre otros edificios, recuerda la Estación Central de Nueva York.
Un tercer descubrimiento que han permitido estas obras ha sido localizado en la parte del coro de la nave central, el otro sobre el que se ha actuado. Se trata de "una marca de una especie de bóveda de encuentro" cuya utilidad no ha podido ser concretada.
Para Vázquez Teja, "parecía como si en algún momento hubiera estado algún elemento abovedado en ese plano inferior, pero no tenemos más datos. No podemos saber si primitivamente hubo algo. Puede ser relacionado con el acceso, los canceles. No lo sabemos porque tampoco el dato ha sido muy significativo como para poder evaluar si existía algo".
La actuación en la iglesia de San Pablo, ejecutada por la empresa Ubercord de Construcciones, SL y con un presupuesto superior a los 50.000 euros, ha permitido liberar a la entrada del templo de los andamios que se colocaron once años antes para evitar el colapso del coro en las dos naves que amenazaban ruina y permitir el acceso por la fachada principal, la de la calle Capitulares.
También ha dejado expedito un espacio en la nave izquierda, ya que la nave derecha ocupa una capilla, donde el párroco, Manuel Carrasco, baraja colocar, según ha comentado a EFE, una imagen de Fernando III, en reconocimiento a la fundación del templo, levantado en 1237, aunque con numerosas intervenciones en siglos posteriores.