La tercera campaña del proyecto de investigación confirma que el yacimiento fenicio del Cerro del Villar, situado en la desembocadura del río Guadalhorce, es uno de los más importantes del Mediterráneo occidental, por la buena conservación “constructiva” del urbanismo del asentamiento y de otros elementos encontrados. Tras cuatro semanas de excavaciones concluyen los trabajos realizados en el yacimiento durante este 2024, liderados por la Universidad de Málaga, “hemos descubierto dos fases arquitectónicas muy potentes, donde se conservan muros de zócalos de piedra con adobes”, ha informado el profesor del Área de Prehistoria del Departamento de Ciencias Históricas de la UMA y director del equipo investigador de las excavaciones arqueológicas, José Suárez.
De momento solo se ha excavados el cinco por ciento del asentamiento, unos 50.000 metros cuadrados.En una de las fases se han hallado vigas quemadas tras un destructivo incendio ocurrido hace unos 2.700 años. Paradójicamente, las vigas “cayeron” sobre objetos cotidianos y ánforas ayudando a conservar “in situ” estos elementos: “Eso hace que podamos disponer de una documentación arqueológica realmente singular”. El carbón que dejó la madera quemada hace posible que ahora sepamos qué tipo de madera usaban para construir las vigas de las casas, ha detallado Suárez; además de encontrar restos de esteras y semillas de vid o de cebada, que aportan aún más luz sobre la alimentación en la época. Del mismo modo, se está analizando el contenido de las ánforas, que se cree pueda estar relacionado con el vino.
Las excavaciones han supuesto otro gran descubrimiento. Se ve como “subieron la altura” de los muros construidos a principios del siglo VII, para proteger al asentamiento “de un episodio de inundaciones fluviales”: “Gracias a eso construyeron grandes y potentes muros de piedra, que se conservan muy bien”. Las comunes catástrofes climáticas obligaron a la población a dejar el asentamiento a finales del siglo VII, aunque “no quedó abandono”. El Catedrático de Arqueología de la Universidad de Málaga, Bartolomé Mora, ha explicado que “quedó como un lugar secundario” quedando convertido en una especie de polígono industrial: “Se llevó a cabo una explotación pesquera, agropecuaria y alfarera”. Se ha identificado en el extremo más occidental de la isla parte de un horno de producción alfarera con sus testares, depósitos con restos de cerámica desechada o defectuosa, en particular ánforas y otras vasijas de gran formato.
Tiempo después, los romanos ocupan este lugar e implantan una fábrica de salazones. Se ha documentado el límite del gran edificio de época romana tardía (siglo IV d.C.), dedicado a la producción de salazones, evidenciándose el buen estado de conservación de la factoría, así como la presencia de otras estructuras perimetrales coetáneas, que pueden formar parte de inmuebles auxiliares de este complejo, de posible carácter residencial o de almacenamiento.
El trabajo no ha hecho más que comenzar, aunque de momento solo está aprobada una campaña más de excavación, que se realizará el año que viene. Si el proyecto logra una prórroga de las instituciones, se espera seguir trabajando cuatro años más en la zona.
En la tercera fase han participado un centenar de personas, entre alumnos y voluntarios de la Universidad de Málaga y un grupo de la Universidad de Chicago. La próxima semana los restos serán cubiertos con una capa de geotextil, grava y el mismo sedimento que había antes para conservarlos hasta el inicio de la cuarta campaña en agosto de 2025. De momento solo se ha excavados el cinco por ciento del asentamiento, unos 50.000 metros cuadrados.