El actor Antonio Banderas ha encargado al artista José Luis Puche un mural de grandes dimensiones que servirá para dar la bienvenida al público en el vestíbulo del Teatro del Soho, el proyecto escénico que el intérprete inaugurará el próximo octubre en Málaga con el musical "A Chorus Line".
Ya inmerso en la creación de la obra en su estudio de Málaga, Puche hace una pausa en su trabajo y explica a Efe que Banderas le habló por primera vez de este proyecto en las navidades de 2017, cuando todavía casi no era público, y ya entonces tenía claro que quería que una pieza suya fuera protagonista en ese lugar.
"Me enseñó los planos, vi que había un espacio grande y Antonio me dijo: 'Todo para ti'", ha señalado el artista, que finalmente creará una obra de 4,60 metros de ancho por 2,50 metros de alto que quedará integrada en la arquitectura del teatro "como un todo".
La técnica será la habitual en la obra de Puche, que suele emplear sobre el papel un carbón graso "que después se va deconstruyendo a través del agua para que aparezca un nuevo dibujo", y "en este caso va a tener mucho color, que se puede someter al mismo sistema de trabajo", avanza.
Pero antes de empezar a dibujar ha dedicado unos tres meses a decidir "cómo iba a enfocar la obra" y a hacer bocetos, el primero de los cuales presentó a Banderas en la última Semana Santa, "como una idea general que debía evolucionar mucho", y al actor "le encantó".
"Antonio me ha dado una libertad absoluta, pero como es un trabajo hecho ex profeso para un espacio muy concreto como un teatro, me dijo que sería fantástico que hablara del teatro".
Y Puche considera que, en el teatro, "al final el público es el protagonista, porque sin público no habría representación", y por eso desea con su obra "que los espectadores que entren al teatro sientan a modo de aperitivo lo que van a vivir en el interior".
"Yo le digo de broma a Antonio que él está construyendo una catedral del teatro y yo le quiero hacer el pórtico", apunta el artista, que quiere tratar en su pieza "el tema de la previa".
"Cuando trabajo, lo que más disfruto es el momento en el que hago la obra. Cuando la obra se presenta está bien, pero la parte de tramoya que tiene el arte es muy mágica, y creo que esa parte de la creación de la obra, los momentos previos a la representación, en los que todo se está construyendo, es muy interesante".
En el aspecto conceptual, Puche quiere que varias de las escenas de su obra "partan del ámbito del dualismo, cuánto de verdad y de ficción hay en el teatro, la disyuntiva entre realidad y ficción, entre el actor y la persona a la que representa, y entre el público y la escenografía".
Asegura no sentir vértigo al pensar que su pieza va a quedar instalada en un lugar donde será contemplada por miles de personas, porque no es "consciente de eso".
"Va más allá de lo que puedo controlar. Yo puedo controlar lo que va al papel, pero qué va a pasar después, como no tengo respuesta, intento no pensarlo. Todo el compromiso se vuelca con la obra, y es complicado pensar cómo va a reaccionar la gente. Cuando la obra está en su sitio es la que tiene que trabajar".
Puche, que intervino en 2017 en la escalera del Centro Pompidou de Málaga y ha expuesto en los últimos años en Los Ángeles, Sydney o Estambul, todavía no se ha planteado cómo se titulará la obra que decorará el Teatro del Soho.
"No coloco el título hasta el final de la obra. Vas dialogando con ella, compartes muchas horas durante meses y, cuando lo ves todo y se ha ejecutado lo que pensabas como querías, hay un cierre completo de la obra y sabes cómo se va a llamar". E