Bandera empieza con la misma letra que bondad, que Bernal. Lo conozco. A esta hora estará más feliz por los pacientes, por las personas que esperan un órgano, un trasplante, una ilusión al filo del minuto último que por su reconocimiento. Es así de limpio.
Le sucede al doctor don José Pérez Bernal como a don Francisco Romero López. Uno es Curro como el otro es Pepe, muestra inequívoca de que su entorno vital les quiere como propios, les siente suyos, familiares. De hecho el tratamiento importante consiste en quitar el don para que se especifique con claridad que esa persona es “nuestra”, “mía”, “tuya” y que permanece dentro de nuestros corazones con la naturalidad propia de las cosas relevantes de verdad. A Pepe Pérez Bernal, como a Curro, se le quiere por derecho, sin alharacas ni zalamerías, sin vueltas a la tortilla. Se les quiere de frente, con la verdad indiscutible de un bisturí que hunde su perfil afilado en el alma del amor más puro.
No es casualidad que los colores de la bandera de nuestra tierra coincidan con los quirúrgico-hospitalarios. El doctor Pérez Bernal es blanco de pureza humana, de nobleza. Y es verde porque es una de las personas que más entiende en el mundo de esperanza...y de Esperanza. Vamos, que conoce el tiempo detenido y maneja la mirada de la Madre de todas las esperas de Sevilla.
A esta hora el doctor estará recibiendo llamadas de felicitación que se entrecruzan, seguro, con esas otras llamadas que suenan a inquietud y a pánico, a miradas al reloj cada pocos segundos en el aguardo terrible del órgano que no termina de llegar. Y el doctor -lo sé- estará deseando colgarnos a quienes intentamos felicitarle porque querrá atender -con ese mimo suyo- a las miles de preguntas que no encuentran más respuesta que su voz de ternura.
A Pepe deberíamos darle la bandera de Andalucía pero en propiedad. Que la doble, la meta en el trasportín de su moto y se la lleve a casa, que no estará mi tierra mejor custodiada que en el hogar de alguien con esos valores, con esa clarividencia, con esa capacidad de mirar tanto por el otro. Lo mismo que el Señor de Pasión es el Dios del “tú” porque nunca quiere nada para Él y no sabe usar la palabra “Yo”, Pepe Pérez Bernal es ese ciudadano capaz de no pensar nunca en sí, porque también le interesa más el “tú”. En la biblia se llama amar al prójimo y en las intenciones de Jesús de Nazaret se encuentra en la primera fila de los deberes que estamos llamados a cumplir.
Llévate la bandera en la moto, Pepe. A casa. Y guárdala con el cariño de quienes vivimos la suerte de ser coetáneos de tu obra. Métela en el baúl de las cosas importantes, que baúl empieza por la misma letra que bandera... por la misma que bondad.