Victoria contundente del Betis que ya es equipo de octavos y un triunfador sobre los demás. Álvaro Vadillo puso al Villamarín en pie en dos acciones decisivas. El Valladolid, muy especulador.
Alineación revolucionaria la que presentaba Mel en el césped del Villamarín ante un contrincante lleno de suplentes prácticamente en su totalidad. Rubén Pérez formaba la pareja de mediocentros con Nosa, Chica y Nacho en los laterales y la sorpresa en el once fue sin lugar a dudas la incursión de Joel Campbell para buscar la profundidad por las bandas una vez más.
Con intención de marcar el gol que diera la igualada en la eliminatoria arrancó el choque el cuadro bético mientras el conjunto blanquivioleta se centraba en colocarse y cerrar líneas para poder buscar la contra a la espalda de la defensa. Dos internadas de Nacho y Campbell desde la posición de interior izquierda en los primeros cinco minutos aunque sin claro peligro pusieron en ciertos problemas a la zaga visitante. El encuentro se presentaba frío y con un control relativamente estéril por parte de los locales.
Pero el partido daría un repentino vuelco y saldría de su letargo tras un saque de esquina provocado por una galopada del futbolista costarricense que sacado por Agra, remataba un colosal Amaya en el ‘26 de cabezazo medido contra el que nada pudo hacer Jaime cuando la grada coreaba el nombre de Miqui Roqué. Mejor, imposible. Los sevillanos disfrutaban de su mejor momento de juego ante un rival que mostraba señales de impotencia.
Todo iba de perlas para el Betis cuando Álvarez Izquierdo saltó a escena para incredulidad de Mel, jugadores y afición. Saque de falta a escasos metros del semicírculo del área que interrumpe Jorge Molina obstaculizando de espaldas la salida del balón. la pelota, que golpea en el delantero verdiblanco, termina después de una pared con Campbell que termina resolviendo el propio Molina. En el minuto 37, el colegiado catalán, que había dejado seguir la jugada; a instancias del linier, anula el gol y amonesta posteriormente al espigado atacante de Alcoy. Lío y pitada en la despedida del trío arbitral al descanso.
Beñat Etxebarría salía por el nigeriano Nosa, al parecer, con molestias que le impidieron continuar. A partir de ahí, el centro del campo de los verdiblancos empezaba a respirar y se distribuía con un mayor orden al pasar por los pies del vasco. Sin embargo, el éxtasis de la noche llegaría con la entrada de Álvaro Vadillo. Trece meses más tarde, volvía a pisar el césped del Villamarín vistiendo la camiseta del primer equipo en un partido oficial por Agra. Ni un minuto había transcurrido, cuando el extremo gaditano, rompiendo la defensa rival con una serie de paredes, le daba el pase de la muerte a Rubén Castro que en área pequeña ponía por delante en la eliminatoria al conjunto bético en el minuto 61.
A punto estuvo de marcar acto seguido el Valladolid a tiro de Bueno obligando a emplearse a fondo a Casto. Molina lo intentó hasta en dos ocasiones sin fortuna. El destino, ya había elegido a su estrella en la noche copera. El joven canterano desvordaba de nuevo a su par y ponía el centro para que Rueda en el ‘86, en propia puerta, sellara la clasificación a octavos para delirio del público que hizo temblar la grada del Villamarín. Las Palmas ya espera al Betis en la siguiente ronda.