«Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente».
Mark Twain.
El
86 por ciento de los españoles tiene previsto hacer un viaje durante este recién iniciado 2023 y de ellos el 43, según diversos estudios, viajar más de lo que lo hizo en 2022, midiendo dónde pueden ahorrar pero en una previsión general de gastar más que antes y ello en base a que la pandemia para este año no afectará los planes de viaje y a una máxima cada día más arraigada en la mente de todos y es la necesidad de tomarse un descanso y disfrutar de la vida, desconectar, de buscar viajes auténticos en la búsqueda de un contraste cultural, de deleitar el paladar con una gastronomía diversa, de la emoción que provoca una aventura o el cada vez más demandado turismo de naturaleza, de , en definitiva, despertar los instintos con experiencias nuevas que nos alejen de lo cotidiano. Viajar, perderse, disfrutar la vida a sabiendas que ésta se tuerce sin avisar, hacerlo aunque solo sea por unos días y no dejar que el presupuesto frene el deseo. El turismo es, por ello,
la industria que gestiona la felicidad.
Andalucía es, sobre todo, turismo porque mezcla todos los condicionantes necesarios, de hecho para muchos y desde hace tiempo representa la California de Europa y buena prueba es el hecho de que el
15 por ciento de las viviendas que se vendieron en la comunidad en el primer cuatrimestre de 2022 las compraron extranjeros, sobre todo británicos y norte europeos que ya no solo fijan su residencia en la costa del sol sino que extienden su abanico hacia las costas de Granada y, también, Cádiz, donde localidades como Vejer, Conil, Barbate o Tarifa acumulan cada año notables incrementos de residentes foráneos atraídos por las horas de sol durante un cálido verano que dura casi siete meses, la gastronomía, la cultura, las playas y la belleza del interior, todo ello con unas comunicaciones que en dos horas acerca cualquier ciudad de Europa. Por tanto, al margen del visitante de temporada que busca desconexión por unos días, el enorme territorio andaluz es y será un lugar clave para extranjeros que en el ocaso de sus vidas cambiarán el frío del norte por este clima andaluz; también aquellos que gracias al teletrabajo y a la cada vez menos necesaria presencia física en la oficina a diario cambien cualquier ciudad del norte de España por una residencia en el demandado sur, destino feliz. Y esto representa una oportunidad.
La Consejería de Turismo aprovechó este Fitur para exponer en la plaza de Toros de las Ventas un proyecto de futuro que, en buena parte, pasa por la digitalización completa del sector, no solo a niveles de alojamientos sino en cuanto a comercialización de servicios, proveedores, banca, todo ello en un entorno digital que se mueve rápido y que contrata a golpe de
click, que genera mucho movimiento y no solo en temporadas altas porque cada día más se viaja más durante todo el año.
La Consejería de Turismo ha sido siempre
la moneda de cambio para lograr la estabilidad del partido que gobernaba en San Telmo, que normalmente ha sido el PSOE salvo en la etapa actual del PP de Moreno Bonilla. En diferentes gobiernos pasó por las manos del Partido Andalucista, que se hizo fuerte allí manejando amplio presupuesto en las épocas de Pepe Núñez o Antonio Ortega, también por las de Izquierda Unida con Diego Valderas y, recientemente, de Juan Marín con Ciudadanos para darle estabilidad al PP durante la última legislatura. Por tanto, ha representado durante décadas un gobierno paralelo para el socio debido al presupuesto que maneja y a la notoriedad pública que ofrece y esto viene a representar que el turismo ha sido, por encima de una industria vital, una moneda de cambio política.
Ahora está en manos del PP debido a su amplia mayoría absoluta y llama la atención que no se busque la integración como quedó patente en actos como el del martes en Madrid, que se convirtió en un cónclave político de representantes del PP pese a que la idea era exponer las claves de futuro del turismo andaluz en un momento clave del sector. Pero allí solo asistieron, además de profesionales, representantes instituciones de este partido, nadie de ciudades como Granada, Huelva, Cádiz o tantas otras que tanto tienen que decir, que aportar, que aprender y que sumar en esta tela de araña que el turismo andaluz. Y no es culpa solo del PP, antes lo era del PSOE porque hacía exactamente lo mismo, como lo hacía el PA, IU y Cs, politizar algo que es de todos, tan universal como lo es la felicidad. Y eso gestiona esta industria.
Existe, por desgracia,
un error común en política y es la escasez de miras. Habría que llegar a este oficio de la vida pública estando mucho más leídos, que es la mejor manera de derribar muros sin sentido. Una cosa es estar en campaña y disputar lícitamente el voto, otra distinta es gestionar el bien común, apartar las siglas en la idea de juntarse en defensa de aquello que a todos nos beneficia, nos hace más fuertes, olvidando que las instituciones públicas son sedes de partidos porque son espacios donde debemos caber todos y, en este sentido, el turismo, el ocio, la cultura, la gastronomía, las fiestas, el clima, la costa o la naturaleza no entienden de fronteras ni de muros. Ni de siglas.
El futuro del turismo andaluz es brutal, siendo espectacular su presente. Pero en las próximas décadas vamos a asistir a una avalancha, ante lo cual hay que tener previsión, también contención, mucha inversión para dotar de servicios a todos los niveles a los millones de personas que pasarán por aquí; unos buscando sol, otros montaña, otros cultura o gastronomía, todos alumbrados por una Andalucía con presente y con mucho futuro.