Todo sirve para algo

Publicado: 15/05/2024
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Esa España que madruga pero poco, a la que le sobra la otra media, esa clase política que entiende la diferencia como algo a erradicar, esa no es la España real
No, no pensemos que estoy dando alas a esa gente que tiene los cajones llenos de artilugios y objetos que llevan acumulando polvo durante décadas, guardados y conservados bajo la premisa de que algún día pueden ser necesarios. No es esa la idea.

Este pensamiento me vino al ver al líder de VOX, Santiago Abascal, increpando a una mujer, llamándola capulla, gilipollas y mandándola a la ducha por guarra. Ojo, y todo eso estando de campaña, que es cuando el político es capaz de abrazar a un cocodrilo, si con eso se asegura su voto. En cuestión de segundos, quedó demostrado que al líder de la ultraderecha no le gustan prácticamente nada las críticas por parte de la ciudadanía, Se lo debería mirar, porque alguien que aspira a ser presidente del Gobierno debe ser capaz de aguantar carros y carretas sin caer en el insulto.

Ahora es cuando usted se pregunta qué tiene que ver una salida de pata de banco, una actitud chulesca y un comportamiento de macarra con la utilidad. Pues es muy sencillo, y se lo voy a explicar. Estas señales son las que a uno le corroboran que se encuentra en el lado bueno. Que esas actitudes me indignen, que esos comportamientos me hagan sentirme frente a él, y no a su lado, me hacen estar bien conmigo mismo y con mis opiniones, mis pensamientos y mis posicionamientos.

Uno sabe que está en el lugar adecuado, viendo lo que tiene enfrente. Te das cuenta de que estás haciéndolo bien cuando sientes náuseas ante determinadas maneras de ser y de estar. Eres consciente de que donde estás, estás bien, y aunque la consecución de tus ideales sea poco menos que una utopía, tienes claro que ese objetivo tan complicado de alcanzar vale la pena.

Esa España que madruga pero poco, esa España a la que le sobra la otra media, esa clase política que entiende la diferencia como algo a erradicar, esa no es la España real. Esa gente que insulta al ciudadano, rodeada de sus propios guardaespaldas, no es la gente que uno quisiera ver con el poder de decidir tu futuro. O, cuando menos, el mío.

Todo sirve para algo. Un reloj parado da dos veces la hora correcta cada día. Hasta el objeto más inútil tiene una utilidad. Aunque sólo sea para señalarnos el mal ejemplo a nunca seguir, el mal político al que nunca votar, el lado en el que nunca se ha de estar.

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