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Sábado 30/11/2024
 
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España

Responsabilidad municipal y ciudadana

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Como era de esperar, la apertura del nuevo carril-bus en la calle Porvera acabó en un caos circulatorio, en gran medida por las protestas de padres y madres de alumnos del colegio San José y de los comerciantes de la zona. Que el primer día se salde con problemas era previsible y no cabe duda de que estos atascos se mantendrán durante varios días hasta que todo el mundo asuma la nueva realidad  y llegue la normalidad. Pero para eso hará falta muchas de dosis de responsabilidad por todas partes implicadas. Desde el lado de vista municipal, por el delegado de Movilidad, Juan Manuel García Bermúdez, quien debe seguir buscando el mayor consenso posible para dar la mejor solución posible al problema del centro educativo y al de los comercios de la zona. Por parte de los padres y madres de alumnos y de los propios comerciantes, porque no se pueden aferrar a que no quieren cambios porque les perjudica sus intereses, ya que debe entender que la medida no busca ir contra ellos, sino favorecer a una mayoría de ciudadanos que utiliza el transporte urbano, una alternativa que, curiosamente, podría ser en gran medida la solución a este conflicto, ya que un buen servicio de autobuses públicos siempre ha sido un beneficio para todas las ciudades.

Es obvio que cada cambio estructural en una ciudad provoca siempre reticencias, pero el análisis de si los cambios son buenos o no no lo pueden dar únicamente los afectados más directamente, sino el paso del tiempo. Por eso, se deben tranquilizar los ánimos, sentarse a hablar --algo que se debería haber hecho antes antes de esperar a que se llegara a esta situación sin punto de retorno-- y dar una oportunidad al proyecto de transformación de la ciudad en materia de Movilidad que quiere desarrollar el Ayuntamiento, porque este carril-bus es sólo un paso y quedan otros muchos por hacer, como puede ser la decidida apuesta por el tranvía y los profundos cambios que va a crear en media ciudad.

La protestas en la calle, las amenazas de cierre de comercios o de despidos no son el camino para solucionar nada, ya que lo mismo se vivió en su día con la peatonalización de la calle Larga y ahora nadie querría volver a atrás en este cambio. Las ciudades deben transformarse y evolucionar aunque provoque daños o perjuicios a determinados colectivos. Para esos ahí está el diálogo y el consenso, pero nunca bajo la presión de la movilización o el chantaje y, sobre todo, bajo el prisma que se debe incumplir la ley (como es aparcar en doble fila) para favorecer unos intereses particulares sobre los de toda una ciudad. Es inadmisible que haya quien quiera que nada cambie porque le va a romper su rutina. La gente debe adaptarse a los nuevos tiempos, porque el problema de hoy en un colegio puede ser la solución de mañana en su propia vivienda y la responsabilidad de los ciudadanos no es sólo pagar sus impuestos, sino asumir, e incluso se podría decir que exigir, que Jerez evolucione y sea más habitable y cómoda para todos sus habitantes. Obsesionarse con un problema puntual ni es la solución ni es responsable.

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