Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández fueron ovacionados pero no consiguieron trofeo
Los rejoneadores Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández se fueron de vacío en la cuarta corrida de abono de la Maestranza de Sevilla, el primer festejo de rejones del ciclo abrileño, aunque para cada uno los tres el público pidió un trofeo, que no fueron concedidos por la Presidencia,
Se lidiaron seis toros de San Mateo y San Pelayo, bien presentados y noblones en líneas generales aunque con tendencia a ir muy a menos. Los mejores fueron los dos primeros.
Andy Cartagena: pinchazo y rejonazo (ovación), y rejonazo (ovación tras petición).
Diego Ventura: rejonazo contrario (ovación tras petición) y medio rejón (ovación).
Leonardo Hernández: rejón muy trasero (ovación tras petición), y dos pinchazos y rejonazo (palmas de despedida)
La plaza registró más de dos tercios de entrada en tarde glacial y muy ventosa.
El primer festejo ecuestre de la Feria de Abril se desarrolló en un ambiente tan frío y desapacible que debió contagiar a un público que en otras circunstancias suele mostrarse mucho más dadivoso con los actuantes sean cual sean sus méritos. Hubo tres peticiones de oreja, es verdad. Pero también es cierto que el clamor no alcanzaba el calor necesario para ser atendido por un palco que se mostró siempre correcto.
Posiblemente, la actuación más vibrante y entonada de la tarde la protagonizó Diego Ventura con el quinto de la tarde, un toro de la vacada charra de Capea que se dejó en todos los tercios y con el que el jinete hispano luso apretó el acelerador a tope para no irse de vacío en una plaza en la que no suele fallar.
Ventura dejó crudo a ese toro con un solo rejón y lo consintió a tope llevándolo a dos pistas. Destacaron algunas batidas al pitón contrario en el tercio de banderillas y, sobre todo, el riesgo asumido por el caballero, que se llevó siempre al toro enganchado a las grupas de su cabalgadura. El público celebró las piruetas finales y un par a dos manos puso la mejor firma a una labor que le faltó el refrendo del acero.
Antes se había mostrado más sobrio de lo que es habitual en él con el segundo de la tarde, un ejemplar noble y un punto a menos al que supo templar siempre y en todos los terrenos, especialmente en las galopadas pegado a tablas. Banderilleó apurando los terrenos, quebró en la cara y terminó su labor de un certero rejonazo pero el entusiasmo del público fue insuficiente para obtener un trofeo.
Había abierto el cartel, reapareciendo de la fractura sufrida en el brazo derecho en las Fallas de Valencia, el ya veterano Andy Cartagena, que sorteó en primer lugar un toro de buena condición, algo venido a menos al final, con el que mostró su recuperación. Estuvo cerca de cortar la oreja del cuarto de la tarde gracias a una vibrante actuación en banderillas en la que buscó y encontró toro en todos los terrenos. Los desplantes finales terminaron de enardecer al personal pero la petición, una vez más, fue insuficiente.
El tercero en discordia era el joven paladín de la especialidad al que, poco a poco, le han tenido que hacer sitio en las ferias. Leonardo Hernández se había ganado el hueco en este festejo en terna en el que, ésa es la verdad, se echó de menos el nombre del líder de la especialidad, el navarro Pablo Hermoso de Mendoza.
Leonardo tuvo enfrente un tercero algo frío de salida con el que se ciñó en banderillas calentando el cotarro. El jinete extremeño arriesgó y se entregó dejándole llegar a pesar de que su enemigo era algo reservón. Algunos palos cayeron algo bajos aunque arregló todo con un gran par a dos manos al que siguieron las cortas, clavadas al violín. El rejonazo cayó muy trasero y enfrió la petición, que también fue insuficiente.
Con el sexto volvió a poner todo de su parte cuando el frío más arreciaba. Nuevas batidas al pitón contrario, tres cortas y una rosa de propina siguieron a dos pinchazos que terminaron de poner al público en desbandada.