Los estudios arqueológicos en el subsuelo de esta parcela, llevados a cabo por la empresa Taller de Investigaciones Arqueológicas, han descubierto restos de las denominadas torres de Fonseca, una fortificación albarrana que sobresalía hacia el mar.
Concretamente, en una de las catas en el subsuelo para comprobar el estado de las cimentaciones aparecieron restos del alzado del muro de tapial de esta torres islámicas, utilizadas en la vigilancia y defensa de la ciudad que deben su nombre al militar Antonio de Fonseca, jefe de la guarnición que participó en la conquista de Málaga por los Reyes Católicos.
Además, en esta excavación se ha podido constatar que estos restos de las Torres de Fonseca fueron reaprovechados como cimentación del convento.
La arqueóloga de Taller de Investigaciones Arqueológicas Cristina Chacón aclaró que en el sondeo “no apareció la muralla que cerraba el arrabal de Attabanin, pero sí niveles de suelo o pavimento originales de cantos rodados”.
Conservación
En este sentido, el proyecto arquitectónico prevé la conservación de la cota de estos suelos en busca de los niveles originales.
Por su parte, el estudio paramental ha permitido definir cinco edificios que acabaron conformando el convento de San Andrés: el núcleo originario al que se van adosando naves, de modo que a finales del siglo XVI ya está conformado el claustro, una nueva edificación exenta del XVII que se amplía para unirse al claustro, el refectorio que se construye avanzado el XVII y otro inmueble, de planta cuadrangular y dos naves paralelas, con baja más dos plantas.
“Este estudio paramental nos ha permitido comprobar a través de la tipología y la sucesión de los muros la secuencia evolutiva del convento”, razonó Chacón.
Por otro lado, las catas ejecutadas en las paredes del convento han detectado pintura mural de tradición mudéjar, que será recuperada. Se trata de una decoración austera y sencilla, incisa, característica de la orden carmelita.