El número de miembros de una secta cristiana muertos en el sur de Kenia tras ser persuadidos para ayunar y así encontrarse con Jesucristo ascendió a 360, después del hallazgo este martes de diez cuerpos más, informaron las autoridades.
Según recogieron a última hora de ayer medios locales, la comisionada regional de policía de la Costa keniana, Rhoda Onyancha, confirmó que los rescatados con vida se mantienen en 95, mientras 613 personas han sido reportadas como desaparecidas hasta el momento.
Tras el inicio este lunes de la cuarta fase de exhumaciones y apertura de las fosas comunes y tumbas halladas en el bosque de Shakahola, en el condado costero de Kilifi, el ministro del Interior keniano, Kithure Kindiki, declaró ayer ante una comisión creada en el Senado (Cámara alta) para investigar el caso.
En su intervención, Kindiki culpó a las fuerzas de seguridad y la justicia kenianas de negligencia, al no tomar las medidas adecuadas frente a las denuncias presentadas en el pasado contra el presunto líder de la secta, el pastor Paul Mackenzie.
"Creo que algunos oficiales del Cuerpo Nacional de Policía e incluso del Poder Judicial tienen explicaciones que dar" afirmó el ministro, al señalar que "hubo poca atención por parte de la Fiscalía en los graves crímenes por los cuales Mackenzie había sido acusado y condenado".
"La Fiscalía no presentó ni un solo recurso" cuando, por ejemplo, se le concedió la libertad condicional al pastor tras ser detenido el pasado marzo después de ser acusado de la muerte de dos niños en circunstancias similares, añadió el ministro.
Además, la Policía tampoco tomó medidas cuando se presentó una denuncia por actividades sospechosas en el bosque, señaló.
El pasado 27 de junio, el patólogo del Gobierno, Johansen Oduor, que también declarará ante el Senado, indicó que, de los 338 cuerpos examinados hasta esa fecha, 117 eran de menores y 201 de adultos, mientras 20 se encontraban en un estado de descomposición demasiado avanzado para determinar la edad.
Casi todos los cadáveres de los muertos de la llamada "masacre de Shakahola" han sido exhumados en ese bosque, de más de 320 hectáreas, mientras sólo unos pocos murieron en el hospital dada la gravedad de su estado.
Las autopsias llevadas a cabo hasta ahora evidenciaron que, si bien todos los cuerpos mostraban signos de inanición, algunos de ellos, sobre todo de niños, tenían también rastros de estrangulamiento y asfixia.
En este sentido, las primeras investigaciones de la Policía apuntan a que los fieles eran forzados a seguir con el ayuno aunque quisieran abandonarlo.
Al menos 37 sospechosos han sido detenidos hasta el momento por estos hechos, que han conmocionado al país.
La pasada semana, el juez del tribunal de Shanzu, en la ciudad costera de Mombasa (sur), Yusuf Shikanda, permitió recuperar su libertad a once de la treintena de sospechosos que permanecían en prisión preventiva y decidió que el resto -incluyendo Mackenzie- seguirían retenidos durante sesenta días más, cuyo recuento empezó el pasado 2 de junio, mientras siguen las investigaciones.
A mediados de junio, la Fiscalía informó sobre el fallecimiento de uno de los detenidos tras haber mantenido una huelga de hambre a la que se sumaron otros sospechosos, mientras Mackenzie y uno de sus asistentes no han dejado de alimentarse.
Mackenzie, bajo custodia policial desde el pasado 14 de abril, lidera la Good News International Church (Iglesia Internacional de las Buenas Nuevas) y trabajó como taxista en el pasado.