El diálogo directo entre los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y Venezuela, Nicolás Maduro, se abrió hoy paso como fórmula para la solución de la crisis fronteriza que desde hace dos semanas tensa la relación entre los dos países y ha llegado a organismos internacionales.
Santos respondió hoy a un mensaje de Maduro con la reiteración de que está dispuesto a reunirse con él para discutir los problemas que, según el mandatario venezolano, lo llevaron a ordenar el pasado 19 de agosto el cierre del principal paso fronterizo común, medida que precedió a la deportación masiva de colombianos.
"Ha sido siempre parte de mi talante, parte de mi forma de administrar nuestras relaciones exteriores y sobre todo de administrar unas relaciones tan difíciles, como han sido las relaciones con Venezuela, el privilegiar el diálogo y la diplomacia", dijo Santos en respuesta a un mensaje de Maduro desde China, donde está de visita, invitándole a un "cara a cara".
Santos planteó, sin embargo, tres condiciones que tienen qué ver con el respeto a los derechos humanos y la dignidad de los colombianos en Venezuela para sentarse a hablar con Maduro.
La primera es la apertura de un "corredor humanitario" para que más de 2.000 niños que viven del lado venezolano de la frontera y estudian en la ciudad colombiana de Cúcuta "puedan asistir al colegio", dijo Santos.
Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander y limítrofe con la ciudad venezolana de San Antonio, ha recibido a la mayor parte de los 1.381 colombianos que, según las autoridades nacionales, han sido deportados por el país vecino y a los más de 10.000 que salieron por su cuenta para no correr la misma suerte.
El jefe del Estado también condicionó el diálogo con Maduro a que las autoridades venezolanas autoricen la recuperación de las pertenencias que dejaron atrás los expulsados, gente pobre que llegó a Cúcuta apenas con lo que llevaban puesto.
Para ese fin, recordó el mandatario, el Gobierno colombiano tiene desde hace once días "quince camiones listos en la frontera para ir a los sitios donde vivían esos deportados y recuperar sus pocas pertenencias", pero las autoridades venezolanas, que habían prometido autorizar ese acceso, no lo han hecho.
"Y una tercera condición: exigimos que cumplan con los protocolos mínimos y no maltraten a los colombianos que van a ser deportados de Venezuela. Si esas condiciones, que son condiciones mínimas humanitarias, se cumplen, yo me siento a arreglar este problema", enfatizó Santos en un discurso en la localidad de Santa Fe de Antioquia, en el noroeste del país.
El presidente aseguró a Maduro que si los motivos que lo llevaron a cerrar la frontera y a declarar el estado de excepción en parte del Táchira son, como aduce, el contrabando y bandas criminales, el problema "lo podemos arreglar".
Como ha manifestado en todos sus discursos desde que comenzó la crisis, Santos insistió hoy en que la solución debe ser "por la vía de la diplomacia" como deben hacerlo "dos jefes de Estado de naciones civilizadas", pero "eso sí manteniendo la dignidad".
Mientras se concreta la esperada reunión, las autoridades colombianas siguen adelante con su campaña de denuncia ante la comunidad internacional de los atropellos cometidos por autoridades venezolanas contra los repatriados.
El procurador general, Alejandro Ordóñez, pidió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) medidas cautelares para "proteger la integridad, libertad personal y garantías judiciales" de sus compatriotas deportados o que dejaron Venezuela, al igual que también lo hicieron esta semana el Defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora, y el alcalde de Cúcuta, Donamaris Ramírez.
El titular del Ministerio Público también envió a la Corte Penal Internacional (CPI) un informe sobre la situación de los colombianos en la frontera con la esperanza de que este organismo "abra una investigación de oficio" contra Maduro y otros miembros de su Gobierno por "crímenes de lesa humanidad".
La crisis fronteriza también motivó hoy una dura crítica a la "torpeza" de Maduro por parte del presidente de la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Roberto Lückert, quien participó, junto con una delegación de prelados de su país, en una reunión con el episcopado colombiano.
"De que es torpeza es torpeza (...), en la frontera hay sicarios, hay sinvergüenzas, vagabundos, ladrones y contrabandistas, eso no lo podemos negar, pero generalizar y decir que todos los que están allí, todos los que deportaron son sicarios y son vagabundos eso es una grosería, eso no puede ser", manifestó monseñor Lückert.